domingo, 1 de octubre de 2017

El paraíso terrenal

En el sentido espiritual, la mitzvá de la Sucá, que es la que le da el nombre a la Festividad a la que nos referimos- Sucot, es ese tipo de Mitzvá. Este precepto nos abarca y rodea totalmente.
Recuerda la manera en que las Nubes de Gloria envolvían a los iehudim mientras marchaban por el desierto, protegiéndolos de los terrenos difíciles y de los animales depredadores. Distinta a otras mitzvot, en las que sólo una parte de nosotros está involucrada en el precepto, la mitzvá de Sucá nos envuelve completamente.
Otro aspecto único de este precepto lo encontramos en las enseñanzas jasídicas: cada acto que realizamos dentro de la Sucá, incluso algo mundano como comer o beber, es elevado por ella.
¡Sólo con poner sus pies dentro de la Sucá, sentarse y comer algo con la bendición correspondiente, usted está llevando a cabo una mitzvá!

Si lo desea puede escuchar música o charlar con una visita y estos hechos se elevan a un plano espiritual superior, pues son parte del habitar en la Sucá.
Usted puede meditar o leer. Puede sostener el Lulav y el Etrog dentro de ella. ¡Estando parado o sentado en la Sucá está cumpliendo con este precepto!
Hallar una no es tan difícil en estos tiempos: Todos los Batei Jabad poseen una Sucá, e incluso pueden asesorarlo para que usted construya la suya. Además, encontrará en la calle las famosas Sucá- móvil. Cuando la localice, siéntese para comer un pedacito de torta, tomar un café (o cualquier otra bebida) pronunciando las bendiciones correspondientes y disfrutar.
Si usted va a comer un trozo de torta, masita o parecido debe recitar dos bendiciones:
1) “Baruj Atá Ado-nai Elo-heinu Melej Haolam boré minei mezonot”(correspondiente a todo alimento a base a harinas de los 5 cereales más importantes- trigo, cebada, avena, centeno y espelto)
2) “Baruj Atá Ado-nai Elo-heinu Melej Haolam asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu leishev baSucá”(agradeciendo que Di-s nos santificó con el precepto de habitar en la Sucá)
Bueno… ahora que usted ya es un entendido en la materia y sabe lo fácil que es realizar esta mitzvá, ¡Anímese a probarla!
Fuente Chabad.org
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Chag Sukkot Sameach 

martes, 5 de septiembre de 2017

Pirkei Avos C.2, Mishna 1a

"Rabí [Yehuda haNasi] dijo: 

¿Cuál es el camino recto que debe elegir el hombre para sí mismo? Todo [camino] que es bello para quien lo hace y lo embellece ante su prójimo. Sé cuidadoso tanto con las mitzvot menos importantes como con las de mayor importancia, ya que tú no sabes la recompensa de las mitzvot. 



Calcula la pérdida que conlleva una mitzvá en contraposición con su recompensa, y la ganancia de una transgresión en contraposición con su pérdida. Observa tres cosas y no vendrás a pecar: Sabe qué es lo que hay por sobre ti: un ojo que ve, un oído que escucha, y todas tus acciones en el libro son registradas".

Un corazón roto

La inclinación al bien requiere la alegría de la Torá; la inclinación al mal, la alegría del vino, la inmoralidad, y el orgullo.

Hemos aprendido que el hombre debe siempre despertar en sí mismo la buena inclinación en contra de la inclinación al mal.

Si el mal se aleja, muy bien; pero si no, entonces se debe estudiar más Torá , porque no hay nada como el poder de la Torá para romper la mala inclinación. Pero si el mal no se aleja, entonces el hombre debería recordar el día de su muerte con el fin de romper su inclinación al mal. Tenemos que estudiar más a fondo.

Sin duda, hemos aprendido que el hombre necesita que se le recuerden sus días (sus actos) con el fin de romper su corazón, porque la inclinación al mal habita sólo en un lugar donde la intoxicación por el vino y el orgullo no dan cabida a la santidad. 



Cuando el espíritu de una persona se quebranta, entonces se aparta del mal y no le da más cabida. Por lo tanto, el hombre debe recordar el día de su muerte, para que pueda ser quebrantado su espíritu y la inclinación al mal desaparezca.

¡Ven y mira! La inclinación al bien que quiere y anhela la alegría que proporciona la Torá, a diferencia de la inclinación al mal que solo encuentra supuesta alegría en el vino, adulterio, orgullo e idolatría.

Por lo tanto, un hombre siempre debe oponerse a ella [a su inclinación al mal] por el solo hecho de mencionar aquel gran día [el último día antes de la muerte], el día del juicio, el día de saldar cuentas, pues no hay nada que proteja al hombre, excepto las buenas acciones que realiza en este mundo.

Fragmento basado en Zohar Miketz 202a


sábado, 2 de septiembre de 2017

Parashá - Ki Tavó -

El Talmud (Shabat 133b), indica que la Mitzvá de “Transitar el camino de Di-s” (Vehalajta Bidrajav, Devarim 28:9, la Parashá de esta semana), se cumple imitando la conducta del Todopoderoso. ¿Cómo es eso posible? El Talmud responde que siendo misericordioso y compasivo, tal como lo es el Santo Benito Sea.

Rabí Moshe Cordobero, en su célebre Tomer Devorá, va un poco más lejos y dice que no sería apropiado que el hombre, creado a imagen y semejanza de Di-s, sólo se Le parezca en el aspecto con el que fue creado y no en su forma de actuar. Un hombre que se comporta como las criaturas que se encuentran por debajo de su categoría, está degradando precisamente su condición de hombre y su potencial espiritual. Es por eso, dice el Tomer Devorá, que Hashem nos ordena en la Torá emular Su comportamiento.

Rabí Moshe Cordobero se explaya en la descripción de cada uno de los trece atributos Di-vinos de misericordia (a los cuales apelamos repetidas veces en los Selijot y muchísimas en Iom Kipur) y la forma que tiene el hombre de copiar ese comportamiento en el trato con el prójimo.

Para citar uno como ejemplo, podemos mencionar el primero:

Mi E-l Kamoja.

Sabemos que Di-s creó al Universo con un propósito y nos creó a los seres humanos para que ayudemos a llevarlo hacia esa meta. Para poder hacerlo, Di-s nos da cada instante el hálito de vida, además de salud física, mental, etc. Ahora bien, ¿qué pasa cuando Di-s advierte que estamos por utilizar los medios que Él Mismo nos otorga, para hacer algo contrario a Su voluntad? Nosotros, si estuviésemos en una posición parecida con un subordinado, seguramente privaríamos a esa persona de los medios que le otorgamos y le diríamos: “si deseas ofenderme, hazlo; pero no con las herramientas que yo mismo te proporciono”. Perfectamente lógico y justo.

Sin embargo, Di-s no es así con nosotros. Él, con Su infinita Indulgencia, nos observa pecar contra Su voluntad no una, sino incontables veces, y no nos deja de suministrar todo de lo que nos provee. Esto no significa que no haya justicia; en algún momento deberemos responder por nuestras acciones, pero Di-s es paciente y nos sigue abasteciendo de las condiciones necesarias para que eventualmente recapacitemos y retornemos a Él.

Del mismo, modo, dice Rabí Moshe Cordobero, el hombre en aras de imitar esta conducta Di-vina, debe aprender a soportar humillaciones pacientemente y no tomar represalias contra quien le ofende.

Los grandes Tzadikim solían estudiar asiduamente el Tomer Devorá durante el mes de Elul. Si existen las “segulot” (acciones auspiciosas) para salir airosos en un juicio ante el Todopoderoso, cumplir lo que dice el Tomer Devorá seguro es una de ellas. Si llevamos a cabo lo que allí dice, además de mejorar en muchísimos aspectos de nuestra vida, podremos adquirir legítimamente el derecho a la clemencia del Todopoderoso en estos Iamim Noraím, días de Temor.

Daniel Oppenheimer

Adon Haselijot





jueves, 31 de agosto de 2017

Yétzer Hatob Vs. El Yétzer Hará:

En cierta ocasión Rabí Ezra Hamui, de Aleppo, Siria, oyó a dos hombres hablando en la Jazará (repetición de la amidá).
Decidió reprochar sin ofender a los conservadores; en su siguiente discurso dijo el siguiente Mashal (parábola):
Se encontraron el Yétzer hatob (la inclinación hacia el bien) y el Yétzer hará (la inclinación que induce al mal) y uno le propuso al otro, "siempre nos peleamos por la misma gente, es una pérdida de energía estar siempre en pugna. Yo ataco a la gente en cierto territorio y tú en otro, así no tendremos más disputas entre nosotros".
Éste es el acuerdo que pactaron: Los centros de estudio de Torá y las sinagogas serán territorio del Yétzer hatob, mientras que los cafés y los cines estarán bajo el dominio del Yétzer hará.
Todo funcionó bien hasta que un buen día el Yétzer hatob encontró al Yétzer hará en su territorio, le dijo, "tenemos un acuerdo, ¿qué haces en la sinagoga?".
Le respondió el Yétzer hará, "tienes razón, parece un Bet Hakneset, pero, oye, mira, la gente está hablando, hacen chistes, cuentan chismes, se ríen frívolamente, hablan de negocios y cuentan lashón hará... no creo que esto sea una sinagoga... ¡es mi territorio!"
Así concluyó R. Hamui su discurso, la gente comprendió... ¿también comprendemos nosotros?
Celular en el Bet Hakneset:
Últimamente, el Yetzer Hará ha encontrado la manera, de que cada uno de nosotros lo introduzcamos al Bet Hakneset, con nuestro consentimiento. ¿Cuántas veces no hay alguna persona estudiando Torá, concentrado en su Tefilá, o escuchando alguna clase de Torá; y en ese preciso momento, suena el celular y la persona se desconcentra, el otro deja de estudiar y por último, hace Bitul Torá con varias personas.
No es correcto para la gente que se tarda en concentrarse y se esfuerza para estudiar con constancia, en que a la mitad de su esfuerzo, suene un celular de otra persona y estos provocan un mal en la gente; el tiempo que se interrumpió (esos pocos segundos) nunca volverán, y el Bitul Torá que se hizo, no se podrá regresar.
Salomon Michan M.


Parashat Ki Tesé

Hay dos maneras de educar a los niños, uno de los cuales es muy eficaz, y uno de los cuales es muy ineficaz. La manera ineficaz -pero generalmente más intuitiva- es decirles a los niños lo que deben hacer. Más a menudo, esto sólo provoca resentimiento y retroceso.
La manera efectiva de educar a los niños es modelar el comportamiento deseado, que es mostrarles la manera correcta de actuar. Los niños aprenden mucho más eficazmente con sus ojos que con sus oídos.
Aprenden de mirarnos, no diciéndoles qué hacer. La expresión dice: "Practica lo que predicas". Yo sugeriría modificar esta expresión para que diga: "Práctica, y luego no tienes que predicar".
Las acciones hablan más que las palabras y por lo tanto, nuestro mayor activo en influenciar a nuestros hijos es El ejemplo personal que ponemos, exhibiendo el tipo de comportamiento que queremos que nuestros hijos emulen.