Los Sabios explican que Iosef no quería que hubiera alguien que presenciara la vergüenza de los hermanos al enterarse de que estaban nada menos que frente al hermano a quien habían injustamente vendido como esclavo.
DESENLACE Y COMIENZO
Los hermanos del “desaparecido” Iosef se hallaban parados nuevamente frente al “severo” Virrey de Egipto.
Los hermanos del “desaparecido” Iosef se hallaban parados nuevamente frente al “severo” Virrey de Egipto.
En su tierra natal Cna’an - estaban esperando sus familias, que corrían riesgo de sufrir hambre al igual que todos los habitantes de la zona - si ellos no volvían a tiempo con los suministros vitales para su supervivencia.
Justo cuando todo había llegado a aclararse y habían alcanzado estar en buenos términos con el Virrey (que previamente los había acusado de espías), precisamente cuando ya estaban camino a casa con el alimento tan preciado, y con el hermano Shimón ya recuperado (luego de haber permanecido en la cárcel del Virrey desde la primera expedición a Egipto hasta el segundo viaje), en aquel momento se volvió a complicar todo - y aun peor que antes.
El emisario del Virrey, quien los había atendido personalmente y les había expendido los víveres, los persiguió con la inverosímil imputación de haber robado la copa del jerarca.
Seguros de que se trataba de un error, ellos mismos propusieron revisar los bolsos de todos los hermanos, y… - ¡oh sorpresa! - la copa efectivamente se encontraba en el bolso de Biniamín, el menor.
Seguros de que se trataba de un error, ellos mismos propusieron revisar los bolsos de todos los hermanos, y… - ¡oh sorpresa! - la copa efectivamente se encontraba en el bolso de Biniamín, el menor.
Volver a Cna’an sin Biniamín - a quien el Virrey quería retener en calidad de esclavo para expiar su evidente delito de haber sustraído el valioso objeto del mandatario - simplemente no era una opción viable.
El padre, Ia’acov, expresamente se había negado en su momento, a que llevaran a Biniamín a Egipto por temor a que le sucediera algo en el camino del mismo modo que le había ocurrido a su madre Rajel, y a su único hermano materno, que había desaparecido y se daba por muerto.
Solamente la garantía de Iehudá de traer a Biniamín sano y salvo a casa, había sosegado los temores del padre - ¡y ahora esto!
IEHUDÁ HACE VALER SU PALABRA
Fue, pues, Iehudá quien tomó el coraje de enfrentar al Virrey.
Sin duda, Biniamín no era ladrón. “Solo D”s sabe cuál es el pecado por el que estamos siendo sancionados” (Bereshit 44:16). Pero: ¿quizás Biniamín había sustraído la copa del Virrey por algún motivo - al igual que lo había hecho su madre Rajel, que había hurtado los “trafim” (objetos de idolatría o de adivinación) del padre Laván (Bereshit 31:19), para apartarlo de esas creencias?
Su discurso era al mismo tiempo firme, desafiante y audaz, como también conteniendo un matiz de súplica por clemencia hacia Biniamín y, asimismo, simpatía y consideración hacia el anciano padre a quien habían dejado ansiosamente temblando al salir de Cna’an.
¿Por qué el Virrey había indagado acerca de los familiares, cuando ellos habían acudido la vez anterior? ¡¿acaso ellos querían otra cosa más que adquirir alimentos - del mismo modo en que lo hacía el resto de la clientela que llegaba de otras latitudes sin que se le indague datos personales o familiares?!
Al no existir ningún interés por establecer lazos de matrimonio con ellos - ¿para qué les hizo tales preguntas?
Fue, pues, Iehudá quien tomó el coraje de enfrentar al Virrey.
Sin duda, Biniamín no era ladrón. “Solo D”s sabe cuál es el pecado por el que estamos siendo sancionados” (Bereshit 44:16). Pero: ¿quizás Biniamín había sustraído la copa del Virrey por algún motivo - al igual que lo había hecho su madre Rajel, que había hurtado los “trafim” (objetos de idolatría o de adivinación) del padre Laván (Bereshit 31:19), para apartarlo de esas creencias?
Su discurso era al mismo tiempo firme, desafiante y audaz, como también conteniendo un matiz de súplica por clemencia hacia Biniamín y, asimismo, simpatía y consideración hacia el anciano padre a quien habían dejado ansiosamente temblando al salir de Cna’an.
¿Por qué el Virrey había indagado acerca de los familiares, cuando ellos habían acudido la vez anterior? ¡¿acaso ellos querían otra cosa más que adquirir alimentos - del mismo modo en que lo hacía el resto de la clientela que llegaba de otras latitudes sin que se le indague datos personales o familiares?!
Al no existir ningún interés por establecer lazos de matrimonio con ellos - ¿para qué les hizo tales preguntas?
Sin embargo, ellos habían actuado correctamente y les respondieron adecuadamente todo lo que se les había inquirido.
Luego, y a raíz de la información proporcionada, había surgido la absurda recriminación de ser espías y la exigencia imprescindible de traer al hermano menor en un futuro viaje “para conocerlo, no más”, bajo apercibimiento de no permitírseles la entrada al país si no lo traían y con el agravante adicional de mantener secuestrado a uno de ellos hasta que eso ocurriera.
¡¿A esto, acaso, el Virrey llamaba “conocerlo no más”?!
Sin tener otra opción, los hermanos habían vuelto a sus casas en Cna’an y le relataron la terrible y angustiante situación a su centenario padre, quien finalmente solo lo había dejado ir luego de recibir la palabra de honor empeñada por Iehudá.
“¡Su Majestad!” - terminó Iehudá su alegato - “nuestro padre sin duda morirá de angustia si no traemos a nuestro hermano menor. Por lo tanto, le imploro que me permita permanecer como esclavo en su reemplazo. Francamente, no puedo volver a mi casa sin él. Si lo que Ud. requiere es un esclavo que lo sirva, ¡pues yo soy más experimentado y vigoroso y, por lo tanto, cumpliré aun mejor las tareas que Ud. requiera!”.
Luego, y a raíz de la información proporcionada, había surgido la absurda recriminación de ser espías y la exigencia imprescindible de traer al hermano menor en un futuro viaje “para conocerlo, no más”, bajo apercibimiento de no permitírseles la entrada al país si no lo traían y con el agravante adicional de mantener secuestrado a uno de ellos hasta que eso ocurriera.
¡¿A esto, acaso, el Virrey llamaba “conocerlo no más”?!
Sin tener otra opción, los hermanos habían vuelto a sus casas en Cna’an y le relataron la terrible y angustiante situación a su centenario padre, quien finalmente solo lo había dejado ir luego de recibir la palabra de honor empeñada por Iehudá.
“¡Su Majestad!” - terminó Iehudá su alegato - “nuestro padre sin duda morirá de angustia si no traemos a nuestro hermano menor. Por lo tanto, le imploro que me permita permanecer como esclavo en su reemplazo. Francamente, no puedo volver a mi casa sin él. Si lo que Ud. requiere es un esclavo que lo sirva, ¡pues yo soy más experimentado y vigoroso y, por lo tanto, cumpliré aun mejor las tareas que Ud. requiera!”.
La actitud responsable, abnegada y modesta de Iehudá, demostró una vez más que él era el hijo mejor preparado para asumir el trono del pueblo de Israel (Tosefta, Brajot 4:16). Efectivamente, antes de morir, Ia’acov legó el liderazgo monárquico a Iehudá.
IOSEF ARRIESGA
El clima en la sala era más que tenso. Se notaba claramente el nerviosismo de Iehudá y de los hermanos. Se trataba de un grupo de hermanos entre los cuales dos de ellos solos habían destruido años antes la ciudad de Shjem en defensa de su hermana Diná.
Iosef - por su parte - no podía tolerar más la reiterada mención del sufrimiento que padecía su padre, Ia’acov.
Alrededor del Virrey (Iosef) sus guardaespaldas escuchaban las apasionadas palabras de Iehudá. ¿cómo respondería el Virrey?
De repente, éste dio una orden insólita: se debían retirar todos sus asistentes y soldados - de inmediato. ¡No debía quedar ni uno solo!
Obedientemente, todos acataron. Iosef quedó entonces solo frente a sus hermanos.
¿Por qué Iosef echó a sus ayudantes? ¿No conocía, acaso, la bravura de sus visitantes? ¿no se exponía a que en aquel momento se unieran todos para asesinarlo?
Los Sabios explican que Iosef no quería que hubiera alguien que presenciara la vergüenza de los hermanos al enterarse de que estaban nada menos que frente al hermano a quien habían injustamente vendido como esclavo.
Con este gesto, Iosef repitió lo que ya había hecho Tamar, nuera de Iehudá, cuando no reveló la identidad de quien ella había quedado embarazada - ¡aun si eso le pudiera costar la vida!
Los Sabios explican que Iosef no quería que hubiera alguien que presenciara la vergüenza de los hermanos al enterarse de que estaban nada menos que frente al hermano a quien habían injustamente vendido como esclavo.
Con este gesto, Iosef repitió lo que ya había hecho Tamar, nuera de Iehudá, cuando no reveló la identidad de quien ella había quedado embarazada - ¡aun si eso le pudiera costar la vida!
EL DESENLACE - Y SU LECCIÓN
Iosef, entonces, se echó a llorar y dijo simplemente: “¡Yo soy Iosef! - ¿está, acaso, mi padre aún en vida?”
Los hermanos quedaron atónitos y estupefactos ante esta revelación.
Efectivamente, era el propio Iosef, quien hablaba perfectamente el Lashón haKodesh (hebreo), y estaba circuncidado al igual que ellos - no cabía la menor duda.
“¡Pobres de nosotros el día del juicio, pobres de nosotros el día de la amonestación!Si Iosef, el menor (salvo Biniamín) de los hermanos reveló estas escuetas palabras, y ellos no pudieron responder… ¡¿qué sucederá el día en que el Todopoderoso repruebe a cada uno de nosotros según la propia conducta?!” - dice el Midrash (Bereshit Rabá 93:10).
El desenlace de esta historia que había creado suspenso y angustia en los protagonistas, se presentó del modo menos esperado para ellos.
¡¿El odioso Virrey que tenían delante de ellos una y otra vez, y que les había provocado tantos cuestionamientos era Iosef?! ¿Iosef no estaba muerto? ¿Iosef no era esclavo?
De repente, toda la enorme construcción mental de lo que había estado sucediendo desde su juventud, cayó frente a sus ojos como un castillo de naipes.
Todo se veía ahora desde otro ángulo. Iosef, entonces, no quería destruirlos, ni expulsarlos.
Los sueños de Iosef, de los que habían sospechado eran tan solo una fabricación delirante, efectivamente habían sido proféticos…
El desenlace de esta historia que había creado suspenso y angustia en los protagonistas, se presentó del modo menos esperado para ellos.
¡¿El odioso Virrey que tenían delante de ellos una y otra vez, y que les había provocado tantos cuestionamientos era Iosef?! ¿Iosef no estaba muerto? ¿Iosef no era esclavo?
De repente, toda la enorme construcción mental de lo que había estado sucediendo desde su juventud, cayó frente a sus ojos como un castillo de naipes.
Todo se veía ahora desde otro ángulo. Iosef, entonces, no quería destruirlos, ni expulsarlos.
Los sueños de Iosef, de los que habían sospechado eran tan solo una fabricación delirante, efectivamente habían sido proféticos…
¿Por qué el Midrash menciona que el Todopoderoso reprobará a cada uno de nosotros según su propia conducta?
Es muy común que juzguemos las situaciones con doble vara - según convenga. De tratarse de nosotros o de personas por quienes sentimos afecto, se encontrarán todos los subterfugios y alegatos que justifiquen cualquier acción. No así, de tratarse de la misma acción cometida por un tercero, o peor, un adversario… En tal caso, mentalmente haremos recaer sobre él todo el rigor de la ley sin merced ni medios de absolución.
Pero, cuando todo está claro y delante de D”s, no hay espacio para esa doble vara. Se nos juzga - tal como hemos evaluado a los demás.
Otro punto:
Pero, cuando todo está claro y delante de D”s, no hay espacio para esa doble vara. Se nos juzga - tal como hemos evaluado a los demás.
Otro punto:
¿De qué “amonestación” habla el Midrash que hemos citado - si Iosef dijo tan solo que él era Iosef - sin recriminarles absolutamente nada?
La respuesta, dice Rav Jaim Shmuelevitz sz”l (5732:13), radica en que no era menester que Iosef exprese la reprimenda. Las palabras que dijo, y el peso de la verdad se convirtieron en fuente de escarmiento - sin necesidad de entrar en detalle.
“…¿está, acaso, mi padre aún en vida?”
Esta interrogación no se entiende: ¿no acababa Iehudá de basar su alegato en nombre del dolor que provocaría al padre?
La pregunta de Iosef puede ser retórica (“¡cómo permitieron Uds. causarle este sufrimiento!”, “¡cómo logró sobrellevar este tormento durante tantos años!”), o producto de su sospecha: (“¿está realmente vivo, o es un argumento simulado para conmoverme…?”)
LA RECONCILIACIÓN
Iosef intentó consolar a sus hermanos. Efectivamente, ellos habían querido alejarlo de la familia. Sin embargo, aun involuntariamente habían sido el instrumento para hacerle acceder al trono del país más poderoso del mundo de entonces, y causar - de este modo - la salvación de toda la familia.
Las palabras de Iosef estaban destinadas a cicatrizar la herida y la brecha que los había separado. Es como si les dijera que él estaba en deuda con ellos por haberlo favorecido permitiéndole materializar su sueño - obra de D”s - y alcanzar el puesto tan encumbrado. Nada que hubiese dicho en aquel momento hubiera sido mejor.
Esta interrogación no se entiende: ¿no acababa Iehudá de basar su alegato en nombre del dolor que provocaría al padre?
La pregunta de Iosef puede ser retórica (“¡cómo permitieron Uds. causarle este sufrimiento!”, “¡cómo logró sobrellevar este tormento durante tantos años!”), o producto de su sospecha: (“¿está realmente vivo, o es un argumento simulado para conmoverme…?”)
LA RECONCILIACIÓN
Iosef intentó consolar a sus hermanos. Efectivamente, ellos habían querido alejarlo de la familia. Sin embargo, aun involuntariamente habían sido el instrumento para hacerle acceder al trono del país más poderoso del mundo de entonces, y causar - de este modo - la salvación de toda la familia.
Las palabras de Iosef estaban destinadas a cicatrizar la herida y la brecha que los había separado. Es como si les dijera que él estaba en deuda con ellos por haberlo favorecido permitiéndole materializar su sueño - obra de D”s - y alcanzar el puesto tan encumbrado. Nada que hubiese dicho en aquel momento hubiera sido mejor.
En este contexto, Rav Ierujam Levovitz sz”l agrega que si una persona a quien le agradecen un favor realizado minimiza su acción, entonces el benefactor quita del beneficiario la oportunidad de demostrar gratitud, manteniendo así el compromiso moral que se estableció a través de la asistencia que efectuó y el sentimiento de estar en deuda.
Una vez repuestos del sobresalto inicial, los instó, pues, a retornar lo más pronto posible a Cna’an y notificarle al padre el paradero de Iosef, invitándolo a ir a Egipto, donde Iosef podía garantizar su bienestar durante la hambruna prevaleciente.
Para Biniamín, con quien tenía en común a la mamá ya fallecida, y quien había sido ajeno a todo el odio y resquemor fraternal, había palabras y sentimientos especiales.
Al indagar (previamente) acerca de cómo se componía la familia de este, Biniamín había explicado que cada uno de los 10 nombres de sus hijos respondía a los sentimientos de añoranza, respeto y nostalgia que sentía hacia el desaparecido Iosef. Finalmente estaban nuevamente juntos. En aquel momento ellos percibieron no solamente su sentimiento personal de hermanos, sino lo que depararía el futuro a sus respectivas tribus. Lloraron, pues, por los Bet haMikdash que se levantarían en suelo de Biniamín y por el Mishkán Shiló que estaría en tierra de Iosef - pero que serían posteriormente destruidos por los enemigos de Israel.
Una vez repuestos del sobresalto inicial, los instó, pues, a retornar lo más pronto posible a Cna’an y notificarle al padre el paradero de Iosef, invitándolo a ir a Egipto, donde Iosef podía garantizar su bienestar durante la hambruna prevaleciente.
Para Biniamín, con quien tenía en común a la mamá ya fallecida, y quien había sido ajeno a todo el odio y resquemor fraternal, había palabras y sentimientos especiales.
Al indagar (previamente) acerca de cómo se componía la familia de este, Biniamín había explicado que cada uno de los 10 nombres de sus hijos respondía a los sentimientos de añoranza, respeto y nostalgia que sentía hacia el desaparecido Iosef. Finalmente estaban nuevamente juntos. En aquel momento ellos percibieron no solamente su sentimiento personal de hermanos, sino lo que depararía el futuro a sus respectivas tribus. Lloraron, pues, por los Bet haMikdash que se levantarían en suelo de Biniamín y por el Mishkán Shiló que estaría en tierra de Iosef - pero que serían posteriormente destruidos por los enemigos de Israel.
Ambos - Iosef y Biniamín - intuían que si bien en aquel momento la familia se había vuelto a integrar, aquella armonía y reconciliación sería pasajera, pues más tarde el odio gratuito volvería a aflorar y cobrar los santuarios como víctimas. Por eso lloraron. (Sfat Emet)
Con permiso y la orden del Faraón, Iosef envió los carruajes reales para traer a su padre a Egipto. El Faraón estaba entusiasmado con la idea del traslado de la familia de Iosef a Egipto, porque demostraría al público que su principal encargado pertenecía a una familia patricia…
Con permiso y la orden del Faraón, Iosef envió los carruajes reales para traer a su padre a Egipto. El Faraón estaba entusiasmado con la idea del traslado de la familia de Iosef a Egipto, porque demostraría al público que su principal encargado pertenecía a una familia patricia…
Antes de partir, Iosef advirtió a los hermanos a no discutir durante el camino sobre quien había sido responsable - o culpable - de todo lo que había sucedido. Dado que, evidentemente, los eventos habían sido orquestados misteriosamente por D”s, no era el momento de señalarse uno al otro.
Una vez llegados de vuelta a Cna’an, los hermanos debieron transmitir al padre las buenas nuevas sobre Iosef.
Una vez llegados de vuelta a Cna’an, los hermanos debieron transmitir al padre las buenas nuevas sobre Iosef.
Luego de tantas sorpresas y desilusiones, era difícil que Ia’acov les creyera.
Ese es el auténtico castigo de quien ha mentido: aun cuando dice la verdad no se le cree (Midrash, Bereshit Rabá 94:3). La simulación respecto a la desaparición de Iosef, ahora hizo dudar al padre que realmente le estaban relatando la realidad.
Ese es el auténtico castigo de quien ha mentido: aun cuando dice la verdad no se le cree (Midrash, Bereshit Rabá 94:3). La simulación respecto a la desaparición de Iosef, ahora hizo dudar al padre que realmente le estaban relatando la realidad.
EL TRASLADO
Mencionamos anteriormente, que Iosef mandó recalcar al padre que el último tema que habían estado estudiando antes de su ominosa separación, había sido “Eglá Arufá”.
Al igual, que en aquella ley, en la que se desconocen las circunstancias de un homicidio sin esclarecer, había también en esta situación un elemento Providencial del (“lo nodá”) “no saber” el motivo Di-vino insondable e inescrutable de su llegada a Egipto (“Bet Israel” de Gur).
Ia’acov - en su humildad - consideró que Iosef lo había sobrepasado en su conducta, pues mientras Iosef se había mantenido minuciosamente en el camino de sus antepasados - a pesar de estar viviendo en medio de la corrupción moral egipcia y de tener motivo suficiente para sentir que D”s lo había abandonado, Ia’acov mismo había cuestionado el modo en que el Todopoderoso lo mortificaba (como si Se hubiera “ocultado” de él). Esto era el motivo por el que Iosef merecía que Ia’acov abandonara la tierra de Cana’an para dirigirse (y “bajar”) a Egipto.
Antes de partir de Cana’an, pasó adrede por Beer Sheva, donde habían habitado Avraham e Itzjak, y allí ofrendó Korbanot.
Aquella misma noche, D”s se le apareció en sueños haciéndole saber que su viaje no se reducía a una mera reunión familiar: Ia’acov estaba saliendo con su familia al primer exilio que sufrirían los hebreos a través de la historia, y se cumpliría con ese viaje el comienzo de la profecía recibida por el abuelo Avraham en el pacto (Brit ben haBetarim) concertado con D”s…
Cuando Iosef envió la invitación a su padre le mencionó que su lugar de residencia sería la tierra de Goshen (en el delta del Nilo - Bereshit 45:10), y, efectivamente, aquel lugar se convertiría en residencia de los judíos durante los próximos 210 años. Aun estando en camino, Iaacov pidió a Iehudá que se adelantara en el camino hacia Goshen, a fin de encontrar un espacio adecuado allí (Bereshit 46:28), y según el Midrash, con la idea de establecer un lugar de estudio antes que arribara el resto de la familia para establecerse. Más tarde, cuando Iosef habló con los hermanos acerca de su pronta entrevista con el Faraón, nuevamente les instó a solicitar autorización para habitar en la tierra de Goshen (Bereshit 46:34), cosa que hicieron en ese encuentro.
Cuando Iosef envió la invitación a su padre le mencionó que su lugar de residencia sería la tierra de Goshen (en el delta del Nilo - Bereshit 45:10), y, efectivamente, aquel lugar se convertiría en residencia de los judíos durante los próximos 210 años. Aun estando en camino, Iaacov pidió a Iehudá que se adelantara en el camino hacia Goshen, a fin de encontrar un espacio adecuado allí (Bereshit 46:28), y según el Midrash, con la idea de establecer un lugar de estudio antes que arribara el resto de la familia para establecerse. Más tarde, cuando Iosef habló con los hermanos acerca de su pronta entrevista con el Faraón, nuevamente les instó a solicitar autorización para habitar en la tierra de Goshen (Bereshit 46:34), cosa que hicieron en ese encuentro.
TOMANDO PRECAUCIONES
¿Qué se ofrecía en Goshen que fuera tan importante para Iosef y para Iaacov? La respuesta es que - por sobre todo - querían vivir lejos del centro del movimiento “cultural” de los egipcios, y lejos del poder, en lugar de estar en la Capital, en donde vivía Iosef… El estilo de vida de los egipcios, sus actitudes y prioridades no eran ajenos a la familia de Ia’acov, pues sus abuelos, Avraham y Sará, ya habían sufrido una mala experiencia a manos del propio Faraón de aquella época.
Si bien Iosef había logrado mantenerse alejado de la decadencia moral egipcia aun siendo virrey del país, e incluso había educado a sus hijos en el espíritu de las enseñanzas de su padre, - ¿¡cuánto podrían resistir el resto de la familia sin asimilarse?!
Evidentemente, Ia’acov tenía otras prioridades en la vida. Egipto - aun con confort - no figuraba en su agenda.
La reunión de Ia’acov con su amado hijo Iosef que salió a su encuentro fue obviamente singular.
Evidentemente, Ia’acov tenía otras prioridades en la vida. Egipto - aun con confort - no figuraba en su agenda.
La reunión de Ia’acov con su amado hijo Iosef que salió a su encuentro fue obviamente singular.
Llama la atención que en aquel encuentro solamente se cuenta que Iosef saludó a su padre. ¿Qué estaba haciendo Ia’acov en aquel momento trascendental?
Rash”í dice que Ia’acov estaba recitando el Shmá. Dedicó aquel monumental sentimiento de pasión al ver a su hijo a Quien Ia’acov más amaba: a D”s mismo, y con todo su corazón y alma.
Rash”í dice que Ia’acov estaba recitando el Shmá. Dedicó aquel monumental sentimiento de pasión al ver a su hijo a Quien Ia’acov más amaba: a D”s mismo, y con todo su corazón y alma.
R. Sh.R. Hirsch sz”l nos hace ver que Ia’acov ya había llorado por el hijo que extrañaba durante veintidos años. Sin embargo, fue Iosef quien había estado ocupado con los más variados desafíos en todo aquel lapso - y quien tuvo ahora oportunidad de verter aquellas emociones.
Iosef preparó a los hermanos para su encuentro con el Faraón.
La identidad de una persona en Egipto estaba dada por su oficio. En Egipto, el valor de la persona era su capacidad de generar lucro. Uno valía por lo que trabajaba. Por eso es que el Faraón les preguntó a los hermanos de Iosef apenas llegaron: “¿A qué se dedican?”.
“Y dijeron a Faraón: ‘para morar en esta tierra hemos venido, porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Cna’an; por tanto ahora te pedimos que permitas a tus siervos que habiten en la tierra de Goshen’”.
Iosef preparó a los hermanos para su encuentro con el Faraón.
La identidad de una persona en Egipto estaba dada por su oficio. En Egipto, el valor de la persona era su capacidad de generar lucro. Uno valía por lo que trabajaba. Por eso es que el Faraón les preguntó a los hermanos de Iosef apenas llegaron: “¿A qué se dedican?”.
“Y dijeron a Faraón: ‘para morar en esta tierra hemos venido, porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Cna’an; por tanto ahora te pedimos que permitas a tus siervos que habiten en la tierra de Goshen’”.
Los hermanos no intentaron embellecer su identidad e intenciones para conformar o adaptarse a los criterios del Faraón. Prefirieron presentarse como pastores - al igual que sus padres y antepasados - en lugar de ostentarse como los hacendados que ciertamente habían sido.
Luego, Iosef llevó a Ia’acov y lo presentó ante el Faraón.
Al verlo tan anciano y sufrido, le preguntó sobre su edad.
El modo de expresarse del Faraón es muy cuidado: “¿Cuántos son los días de los años de tu vida?”
Rav Sh. R. Hirsch sz”l explica que el Faraón reconocía la talla de su huésped, Ia’acov, para quien no solo los años, sino cada día de ellos debía tener un sentido y significado especial.
Ia’acov respondió y explicó (Bereshit 47:8) que sus días habían sido “pocos y malos”.
A comparación de los logros de sus padres, Ia’acov sentía que sus propios logros no alcanzaban los crecimientos espirituales por ellos obtenidos…
Efectivamente, uno no deja de coincidir con Ia’acov al evaluar las peripecias de su vida.
Había vivido como fugitivo al escaparse de su hermano Eisav y su tío Laván, quienes intentaron cuantas veces pudieran, eliminarlo.
Se sumaron los desengaños que sufrió en Aram Naharaim y el rapto y la violación de su hija Diná.
Luego, tuvo que soportar la muerte prematura de Rajel y la desaparición de Iosef.
Más tarde, el hambre en C’na’an y los problemas que surgieron en Egipto, con Shimón recluido como rehén y la ansiedad por la exigencia del virrey de Egipto de ver a Biniamín.
Fácil, no fue su vida. Eso está claro.
Sin embargo, el Midrash (en Da’at Zekenim al final de Va’igash) es más exigente: “Yo tesalvé de Eisav y de Laván (dice D”s), y te devolví a Diná..., ¿y tú te quejas diciendo que tu vida fue mala?”
Como consecuencia, la vida de Ia’acov se acortó acorde a la cantidad de palabras que hubo en la conversación con el Faraón.
Luego, Iosef llevó a Ia’acov y lo presentó ante el Faraón.
Al verlo tan anciano y sufrido, le preguntó sobre su edad.
El modo de expresarse del Faraón es muy cuidado: “¿Cuántos son los días de los años de tu vida?”
Rav Sh. R. Hirsch sz”l explica que el Faraón reconocía la talla de su huésped, Ia’acov, para quien no solo los años, sino cada día de ellos debía tener un sentido y significado especial.
Ia’acov respondió y explicó (Bereshit 47:8) que sus días habían sido “pocos y malos”.
A comparación de los logros de sus padres, Ia’acov sentía que sus propios logros no alcanzaban los crecimientos espirituales por ellos obtenidos…
Efectivamente, uno no deja de coincidir con Ia’acov al evaluar las peripecias de su vida.
Había vivido como fugitivo al escaparse de su hermano Eisav y su tío Laván, quienes intentaron cuantas veces pudieran, eliminarlo.
Se sumaron los desengaños que sufrió en Aram Naharaim y el rapto y la violación de su hija Diná.
Luego, tuvo que soportar la muerte prematura de Rajel y la desaparición de Iosef.
Más tarde, el hambre en C’na’an y los problemas que surgieron en Egipto, con Shimón recluido como rehén y la ansiedad por la exigencia del virrey de Egipto de ver a Biniamín.
Fácil, no fue su vida. Eso está claro.
Sin embargo, el Midrash (en Da’at Zekenim al final de Va’igash) es más exigente: “Yo tesalvé de Eisav y de Laván (dice D”s), y te devolví a Diná..., ¿y tú te quejas diciendo que tu vida fue mala?”
Como consecuencia, la vida de Ia’acov se acortó acorde a la cantidad de palabras que hubo en la conversación con el Faraón.
Rav Jaim Shmuelevitz sz”l (5731:3) señala en este contexto, que el hecho que la cantidad de años disminuidos de la vida de Ia’acov por sus expresiones de dolor incluyen (en número) las palabras emitidas por el Faraón en su pregunta, se debe a que sus preguntas acerca de la edad de Ia’acov estuvo originada en el aspecto sufrido que percibía en el semblante de Ia’acov, y por el cual D”s también reprobó a Ia’acov (por lo tzadik que era, ni siquiera debían notársele rasgos de amargura…).
¿Final feliz con reencuentro familiar?Sí, pero también fue el comienzo solapado del Galut (exilio).
¿Final feliz con reencuentro familiar?Sí, pero también fue el comienzo solapado del Galut (exilio).
El Midrash nos dice que Ia’acov debiera haber sido conducido a Egipto encadenado en grilletes de hierro (tal como normalmente se va al exilio). D”s, sin embargo, se apiadó y en consideración a su talla espiritual lo trasladó en un modo honorable - en carruajes monárquicos.
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