miércoles, 16 de diciembre de 2015

Comentario a la Parashat -Vaigash-

Los Sabios explican que Iosef no quería que hubiera alguien que presenciara la vergüenza de los hermanos al enterarse de que estaban nada menos que frente al hermano a quien habían injustamente vendido como esclavo.

DESENLACE Y COMIENZO
Los hermanos del “desaparecido” Iosef se hallaban parados nuevamente frente al “severo” Virrey de Egipto.
En su tierra natal Cna’an - estaban esperando sus familias, que corrían riesgo de sufrir hambre al igual que todos los habitantes de la zona - si ellos no volvían a tiempo con los suministros vitales para su supervivencia.
Justo cuando todo había llegado a aclararse y habían alcanzado estar en buenos términos con el Virrey (que previamente los había acusado de espías), precisamente cuando ya estaban camino a casa con el alimento tan preciado, y con el hermano Shimón ya recuperado (luego de haber permanecido en la cárcel del Virrey desde la primera expedición a Egipto hasta el segundo viaje), en aquel momento se volvió a complicar todo - y aun peor que antes.

El emisario del Virrey, quien los había atendido personalmente y les había expendido los víveres, los persiguió con la inverosímil imputación de haber robado la copa del jerarca.
Seguros de que se trataba de un error, ellos mismos propusieron revisar los bolsos de todos los hermanos, y… - ¡oh sorpresa! - la copa efectivamente se encontraba en el bolso de Biniamín, el menor.

Volver a Cna’an sin Biniamín - a quien el Virrey quería retener en calidad de esclavo para expiar su evidente delito de haber sustraído el valioso objeto del mandatario - simplemente no era una opción viable.
El padre, Ia’acov, expresamente se había negado en su momento, a que llevaran a Biniamín a Egipto por temor a que le sucediera algo en el camino del mismo modo que le había ocurrido a su madre Rajel, y a su único hermano materno, que había desaparecido y se daba por muerto.
Solamente la garantía de Iehudá de traer a Biniamín sano y salvo a casa, había sosegado los temores del padre - ¡y ahora esto!

IEHUDÁ HACE VALER SU PALABRA
Fue, pues, Iehudá quien tomó el coraje de enfrentar al Virrey.
Sin duda, Biniamín no era ladrón. “Solo D”s sabe cuál es el pecado por el que estamos siendo sancionados” (Bereshit 44:16). Pero: ¿quizás Biniamín había sustraído la copa del Virrey por algún motivo - al igual que lo había hecho su madre Rajel, que había hurtado los “trafim” (objetos de idolatría o de adivinación) del padre Laván (Bereshit 31:19), para apartarlo de esas creencias?

Su discurso era al mismo tiempo firme, desafiante y audaz, como también conteniendo un matiz de súplica por clemencia hacia Biniamín y, asimismo, simpatía y consideración hacia el anciano padre a quien habían dejado ansiosamente temblando al salir de Cna’an.

¿Por qué el Virrey había indagado acerca de los familiares, cuando ellos habían acudido la vez anterior? ¡¿acaso ellos querían otra cosa más que adquirir alimentos - del mismo modo en que lo hacía el resto de la clientela que llegaba de otras latitudes sin que se le indague datos personales o familiares?!
Al no existir ningún interés por establecer lazos de matrimonio con ellos - ¿para qué les hizo tales preguntas?

Sin embargo, ellos habían actuado correctamente y les respondieron adecuadamente todo lo que se les había inquirido.
Luego, y a raíz de la información proporcionada, había surgido la absurda recriminación de ser espías y la exigencia imprescindible de traer al hermano menor en un futuro viaje “para conocerlo, no más”, bajo apercibimiento de no permitírseles la entrada al país si no lo traían y con el agravante adicional de mantener secuestrado a uno de ellos hasta que eso ocurriera.
¡¿A esto, acaso, el Virrey llamaba “conocerlo no más”?!
Sin tener otra opción, los hermanos habían vuelto a sus casas en Cna’an y le relataron la terrible y angustiante situación a su centenario padre, quien finalmente solo lo había dejado ir luego de recibir la palabra de honor empeñada por Iehudá.
“¡Su Majestad!” - terminó Iehudá su alegato - “nuestro padre sin duda morirá de angustia si no traemos a nuestro hermano menor. Por lo tanto, le imploro que me permita permanecer como esclavo en su reemplazo. Francamente, no puedo volver a mi casa sin él. Si lo que Ud. requiere es un esclavo que lo sirva, ¡pues yo soy más experimentado y vigoroso y, por lo tanto, cumpliré aun mejor las tareas que Ud. requiera!”.

La actitud responsable, abnegada y modesta de Iehudá, demostró una vez más que él era el hijo mejor preparado para asumir el trono del pueblo de Israel (Tosefta, Brajot 4:16). Efectivamente, antes de morir, Ia’acov legó el liderazgo monárquico a Iehudá.

IOSEF ARRIESGA

El clima en la sala era más que tenso. Se notaba claramente el nerviosismo de Iehudá y de los hermanos. Se trataba de un grupo de hermanos entre los cuales dos de ellos 
solos habían destruido años antes la ciudad de Shjem en defensa de su hermana Diná.
Iosef - por su parte - no podía tolerar más la reiterada mención del sufrimiento que padecía su padre, Ia’acov.

Alrededor del Virrey (Iosef) sus guardaespaldas escuchaban las apasionadas palabras de Iehudá. ¿cómo respondería el Virrey?
De repente, éste dio una orden insólita: se debían retirar todos sus asistentes y soldados - de inmediato. ¡No debía quedar ni uno solo!
Obedientemente, todos acataron. Iosef quedó entonces solo frente a sus hermanos.

¿Por qué Iosef echó a sus ayudantes? ¿No conocía, acaso, la bravura de sus visitantes? ¿no se exponía a que en aquel momento se unieran todos para asesinarlo?
Los Sabios explican que Iosef no quería que hubiera alguien que presenciara la vergüenza de los hermanos al enterarse de que estaban nada menos que frente al hermano a quien habían injustamente vendido como esclavo.
Con este gesto, Iosef repitió lo que ya había hecho Tamar, nuera de Iehudá, cuando no reveló la identidad de quien ella había quedado embarazada - ¡aun si eso le pudiera costar la vida!

EL DESENLACE - Y SU LECCIÓN

Iosef, entonces, se echó a llorar y dijo simplemente: “¡Yo soy Iosef! - ¿está, acaso, mi padre aún en vida?”
Los hermanos quedaron atónitos y estupefactos ante esta revelación.
Efectivamente, era el propio Iosef, quien hablaba perfectamente el Lashón haKodesh (hebreo), y estaba circuncidado al igual que ellos - no cabía la menor duda.

¡Pobres de nosotros el día del juicio, pobres de nosotros el día de la amonestación!Si Iosef, el menor (salvo Biniamín) de los hermanos reveló estas escuetas palabras, y ellos no pudieron responder… ¡¿qué sucederá el día en que el Todopoderoso repruebe a cada uno de nosotros según la propia conducta?!” - dice el Midrash (Bereshit Rabá 93:10).
El desenlace de esta historia que había creado suspenso y angustia en los protagonistas, se presentó del modo menos esperado para ellos.
¡¿El odioso Virrey que tenían delante de ellos una y otra vez, y que les había provocado tantos cuestionamientos era Iosef?! ¿Iosef no estaba muerto? ¿Iosef no era esclavo?
De repente, toda la enorme construcción mental de lo que había estado sucediendo desde su juventud, cayó frente a sus ojos como un castillo de naipes.
Todo se veía ahora desde otro ángulo. Iosef, entonces, no quería destruirlos, ni expulsarlos.
Los sueños de Iosef, de los que habían sospechado eran tan solo una fabricación delirante, efectivamente habían sido proféticos…

¿Por qué el Midrash menciona que el Todopoderoso reprobará a cada uno de nosotros según su propia conducta?
Es muy común que juzguemos las situaciones con doble vara - según convenga. De tratarse de nosotros o de personas por quienes sentimos afecto, se encontrarán todos los subterfugios y alegatos que justifiquen cualquier acción. No así, de tratarse de la misma acción cometida por un tercero, o peor, un adversario… En tal caso, mentalmente haremos recaer sobre él todo el rigor de la ley sin merced ni medios de absolución.
Pero, cuando todo está claro y delante de D”s, no hay espacio para esa doble vara. Se nos juzga - tal como hemos evaluado a los demás.

Otro punto:

¿De qué “amonestación” habla el Midrash que hemos citado - si Iosef dijo tan solo que él era Iosef - sin recriminarles absolutamente nada?
La respuesta, dice Rav Jaim Shmuelevitz sz”l (5732:13), radica en que no era menester que Iosef exprese la reprimenda. Las palabras que dijo, y el peso de la verdad se convirtieron en fuente de escarmiento - sin necesidad de entrar en detalle.

“…¿está, acaso, mi padre aún en vida?”
Esta interrogación no se entiende: ¿no acababa Iehudá de basar su alegato en nombre del dolor que provocaría al padre?
La pregunta de Iosef puede ser retórica (“¡cómo permitieron Uds. causarle este sufrimiento!”, “¡cómo logró sobrellevar este tormento durante tantos años!”), o producto de su sospecha: (“¿está realmente vivo, o es un argumento simulado para conmoverme…?”)

LA RECONCILIACIÓN

Iosef intentó consolar a sus hermanos. Efectivamente, ellos habían querido alejarlo de la familia. Sin embargo, aun involuntariamente habían sido el instrumento para hacerle acceder al trono del país más poderoso del mundo de entonces, y causar - de este modo - la salvación de toda la familia.

Las palabras de Iosef estaban destinadas a cicatrizar la herida y la brecha que los había separado. Es como si les dijera que él estaba en deuda con ellos por haberlo favorecido permitiéndole materializar su sueño - obra de D”s - y alcanzar el puesto tan encumbrado. Nada que hubiese dicho en aquel momento hubiera sido mejor.

En este contexto, Rav Ierujam Levovitz sz”l agrega que si una persona a quien le agradecen un favor realizado minimiza su acción, entonces el benefactor quita del beneficiario la oportunidad de demostrar gratitud, manteniendo así el compromiso moral que se estableció a través de la asistencia que efectuó y el sentimiento de estar en deuda.

Una vez repuestos del sobresalto inicial, los instó, pues, a retornar lo más pronto posible a Cna’an y notificarle al padre el paradero de Iosef, invitándolo a ir a Egipto, donde Iosef podía garantizar su bienestar durante la hambruna prevaleciente.

Para Biniamín, con quien tenía en común a la mamá ya fallecida, y quien había sido ajeno a todo el odio y resquemor fraternal, había palabras y sentimientos especiales.
Al indagar (previamente) acerca de cómo se componía la familia de este, Biniamín había explicado que cada uno de los 10 nombres de sus hijos respondía a los sentimientos de añoranza, respeto y nostalgia que sentía hacia el desaparecido Iosef. Finalmente estaban nuevamente juntos. En aquel momento ellos percibieron no solamente su sentimiento personal de hermanos, sino lo que depararía el futuro a sus respectivas tribus. Lloraron, pues, por los Bet haMikdash que se levantarían en suelo de Biniamín y por el Mishkán Shiló que estaría en tierra de Iosef - pero que serían posteriormente destruidos por los enemigos de Israel.

Ambos - Iosef y Biniamín - intuían que si bien en aquel momento la familia se había vuelto a integrar, aquella armonía y reconciliación sería pasajera, pues más tarde el odio gratuito volvería a aflorar y cobrar los santuarios como víctimas. Por eso lloraron. (Sfat Emet)

Con permiso y la orden del Faraón, Iosef envió los carruajes reales para traer a su padre a Egipto. El Faraón estaba entusiasmado con la idea del traslado de la familia de Iosef a Egipto, porque demostraría al público que su principal encargado pertenecía a una familia patricia…
Antes de partir, Iosef advirtió a los hermanos a no discutir durante el camino sobre quien había sido responsable - o culpable - de todo lo que había sucedido. Dado que, evidentemente, los eventos habían sido orquestados misteriosamente por D”s, no era el momento de señalarse uno al otro.

Una vez llegados de vuelta a Cna’an, los hermanos debieron transmitir al padre las buenas nuevas sobre Iosef.
Luego de tantas sorpresas y desilusiones, era difícil que Ia’acov les creyera.
Ese es el auténtico castigo de quien ha mentido: aun cuando dice la verdad no se le cree (Midrash, Bereshit Rabá 94:3). La simulación respecto a la desaparición de Iosef, ahora hizo dudar al padre que realmente le estaban relatando la realidad.

EL TRASLADO

Mencionamos anteriormente, que Iosef mandó recalcar al padre que el último tema que habían estado estudiando antes de su ominosa separación, había sido “Eglá Arufá”.

Al igual, que en aquella ley, en la que se desconocen las circunstancias de un homicidio sin esclarecer, había también en esta situación un elemento Providencial del (“lo nodá”) “no saber” el motivo Di-vino insondable e inescrutable de su llegada a Egipto (“Bet Israel” de Gur).

Ia’acov - en su humildad - consideró que Iosef lo había sobrepasado en su conducta, pues mientras Iosef se había mantenido minuciosamente en el camino de sus antepasados - a pesar de estar viviendo en medio de la corrupción moral egipcia y de tener motivo suficiente para sentir que D”s lo había abandonado, Ia’acov mismo había cuestionado el modo en que el Todopoderoso lo mortificaba (como si Se hubiera “ocultado” de él). Esto era el motivo por el que Iosef merecía que Ia’acov abandonara la tierra de Cana’an para dirigirse (y “bajar”) a Egipto.

Antes de partir de Cana’an, pasó adrede por Beer Sheva, donde habían habitado Avraham e Itzjak, y allí ofrendó Korbanot.
Aquella misma noche, D”s se le apareció en sueños haciéndole saber que su viaje no se reducía a una mera reunión familiar: Ia’acov estaba saliendo con su familia al primer exilio que sufrirían los hebreos a través de la historia, y se cumpliría con ese viaje el comienzo de la profecía recibida por el abuelo Avraham en el pacto (Brit ben haBetarim) concertado con D”s…

Cuando Iosef envió la invitación a su padre le mencionó que su lugar de residencia sería la tierra de Goshen (en el delta del Nilo - Bereshit 45:10), y, efectivamente, aquel lugar se convertiría en residencia de los judíos durante los próximos 210 años. Aun estando en camino, Iaacov pidió a Iehudá que se adelantara en el camino hacia Goshen, a fin de encontrar un espacio adecuado allí (Bereshit 46:28), y según el Midrash, con la idea de establecer un lugar de estudio antes que arribara el resto de la familia para establecerse. Más tarde, cuando Iosef habló con los hermanos acerca de su pronta entrevista con el Faraón, nuevamente les instó a solicitar autorización para habitar en la tierra de Goshen (Bereshit 46:34), cosa que hicieron en ese encuentro.

TOMANDO PRECAUCIONES
¿Qué se ofrecía en Goshen que fuera tan importante para Iosef y para Iaacov? La respuesta es que - por sobre todo - querían vivir lejos del centro del movimiento “cultural” de los egipcios, y lejos del poder, en lugar de estar en la Capital, en donde vivía Iosef… El estilo de vida de los egipcios, sus actitudes y prioridades no eran ajenos a la familia de Ia’acov, pues sus abuelos, Avraham y Sará, ya habían sufrido una mala experiencia a manos del propio Faraón de aquella época.
Si bien Iosef había logrado mantenerse alejado de la decadencia moral egipcia aun siendo virrey del país, e incluso había educado a sus hijos en el espíritu de las enseñanzas de su padre, - ¿¡cuánto podrían resistir el resto de la familia sin asimilarse?!
Evide
ntemente, Ia’acov tenía otras prioridades en la vida. Egipto - aun con confort - no figuraba en su agenda.

La reunión de Ia’acov con su amado hijo Iosef que salió a su encuentro fue obviamente singular. 
Llama la atención que en aquel encuentro solamente se cuenta que Iosef saludó a su padre. ¿Qué estaba haciendo Ia’acov en aquel momento trascendental?
Rash”í dice que Ia’acov estaba recitando el Shmá. Dedicó aquel monumental sentimiento de pasión al ver a su hijo a Quien Ia’acov más amaba: a D”s mismo, y con todo su corazón y alma. 
R. Sh.R. Hirsch sz”l nos hace ver que Ia’acov ya había llorado por el hijo que extrañaba durante veintidos años. Sin embargo, fue Iosef quien había estado ocupado con los más variados desafíos en todo aquel lapso - y quien tuvo ahora oportunidad de verter aquellas emociones.

Iosef preparó a los hermanos para su encuentro con el Faraón.
La identidad de una persona en Egipto estaba dada por su oficio. En Egipto, el valor de la persona era su capacidad de generar lucro. Uno valía por lo que trabajaba. Por eso es que el Faraón les preguntó a los hermanos de Iosef apenas llegaron: “¿A qué se dedican?”.
“Y dijeron a Faraón: ‘para morar en esta tierra hemos venido, porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Cna’an; por tanto ahora te pedimos que permitas a tus siervos que habiten en la tierra de Goshen’”.
Los hermanos no intentaron embellecer su identidad e intenciones para conformar o adaptarse a los criterios del Faraón. Prefirieron presentarse como pastores - al igual que sus padres y antepasados - en lugar de ostentarse como los hacendados que ciertamente habían sido.

Luego, Iosef llevó a Ia’acov y lo presentó ante el Faraón.
Al verlo tan anciano y sufrido, le preguntó sobre su edad.
El modo de expresarse del Faraón es muy cuidado: “¿Cuántos son los días de los años de tu vida?”
Rav S
h. R. Hirsch sz”l explica que el Faraón reconocía la talla de su huésped, Ia’acov, para quien no solo los años, sino cada día de ellos debía tener un sentido y significado especial.

Ia’acov respondió y explicó (Bereshit 47:8) que sus días habían sido “pocos y malos”.
A c
omparación de los logros de sus padres, Ia’acov sentía que sus propios logros no alcanzaban los crecimientos espirituales por ellos obtenidos…

Efec
tivamente, uno no deja de coincidir con Ia’acov al evaluar las peripecias de su vida.
Había vivido como fugitivo al escaparse de su hermano Eisav y su tío Laván, quienes intentaron cuantas veces pudieran, eliminarlo.
Se sumaron los desengaños que sufrió en Aram Naharaim y el rapto y la violación de su hija Diná.
Luego, tuvo que soportar la muerte prematura de Rajel y la desaparición de Iosef.
Más tarde, el hambre en C’na’an y los problemas que surgieron en Egipto, con Shimón recluido como rehén y la ansiedad por la exigencia del virrey de Egipto de ver a Biniamín.
Fácil, no fue su vida. Eso está claro.

Sin embargo, el Midrash (en Da’at Zekenim al final de Va’igash) es más exigente: “Yo tesalvé de Eisav y de Laván (dice D”s), y te devolví a Diná..., ¿y tú te quejas diciendo que tu vida fue mala?”
Como 
consecuencia, la vida de Ia’acov se acortó acorde a la cantidad de palabras que hubo en la conversación con el Faraón.
Rav Jaim Shmuelevitz sz”l (5731:3) señala en este contexto, que el hecho que la cantidad de años disminuidos de la vida de Ia’acov por sus expresiones de dolor incluyen (en número) las palabras emitidas por el Faraón en su pregunta, se debe a que sus preguntas acerca de la edad de Ia’acov estuvo originada en el aspecto sufrido que percibía en el semblante de Ia’acov, y por el cual D”s también reprobó a Ia’acov (por lo tzadik que era, ni siquiera debían notársele rasgos de amargura…).

¿Final feliz con reencuentro familiar?Sí, pero también fue el comienzo solapado del Galut (exilio).
El Midrash nos dice que Ia’acov debiera haber sido conducido a Egipto encadenado en grilletes de hierro (tal como normalmente se va al exilio). D”s, sin embargo, se apiadó y en consideración a su talla espiritual lo trasladó en un modo honorable - en carruajes monárquicos.
Daniel Oppenheimer

martes, 8 de diciembre de 2015

HILJOT JÁNUCA

¿Con qué se enciende?

MECHAS O VELAS

Estrictamente hablando, la Janukiá (candelabro de nueve brazos) se puede encender con cualquier aceite, así como también velas de cera o parafina.

· Sin embargo, es preferible hacerlo con aceite de oliva.
Esta preferencia se debe a tres motivos: a) este aceite es mejor absorbido por la mecha, b) la luz que emite la mecha encendida con este aceite es más clara, c)el milagro que conmemoramos sucedió con aceite de oliva. Si bien en nuestra época las velas de cera o parafina son de excelente calidad y su luz hasta puede ser más clara que la de las mechas encendidas con aceite, el tercer motivo no deja de ser importante, por lo cual la costumbre preferencial continúa siendo optar por dicho aceite (Mishná Brurá 673:4).

· En caso de no contar con aceite de oliva, en orden de preferencia sigue cualquier otro aceite de buena calidad y, por último velas (Ibíd.).

· Respecto de las mechas, las de mejor calidad y por consiguiente las preferibles, son las de algodón o lino (Ibíd. 2).

· La Halajá no exige encender cada noche con mechas nuevas.

Es más, según algunas opiniones es preferible reusar las utilizadas, debido a que encienden con más facilidad que las nuevas (M. Brurá 673:31).

LA JANUKIÁ (candelabro de nueve brazos)

En rigor, no es necesario utilizar una Janukiá: se puede encender
las mechas (o velas) sobre vasitos o cualquier otro recipiente respetable (quedando excluidos aquellos que no lo son, como por ejemplo cáscaras de huevos o similares, ver Shaaré Teshuvá 673:8) y disponerlos en forma pareja uno al lado del otro, separados por una distancia mínima de dos centímetros (Mishná Brurá 671:18).

La ventaja de poseer una Janukiá, además de lo estético, es que estas generalmente cumplen con el requisito de mantener las mechas a una distancia pareja y a la misma altura. De no tener una Janukiá y no existir dicha distancia mínima, las mechas de estar muy próximas podrían confundirse con una antorcha.

En cambio, con la Janukiá (según varias opiniones), aunque no exista tal distancia, el que vea esa disposición de mechas, entenderá que no se trata de un candil cualquiera, ni de una antorcha, sino de algo inusual y con un objetivo específico.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Kabbalah: Secretos del Zohar - clase 124 Ajare Mot y Januca





Maoz tzur





sábado, 5 de diciembre de 2015

El principio de la creación

Nosotros los Judios fuimos escogidos para proclamar el reino de Di-s en este mundo. Por lo tanto, las criaturas cuya naturaleza esta en ser humildes ante Él y preparando el lugar para su gobierno.
Por lo tanto, nosotros también debimos haber estado en existencia desde el principio de la creación. Esto concuerda con la afirmación de los Sabios sobre el versículo "En el principio, Di-s creó el cielo y la tierra" (Bereshit 1: 1) de modo que "principio" refiriéndose a nosotros el pueblo judío, reitera nuestro compromiso con la humanidad ya que somos el principio de la Creación (Midrash Rabá , Bereshit I).

The Chanukah light

The purpose of the light of the Holy Temple is not to dispel the darkness, because the darkness opposes the light, and therefore, the Menorah was placed inside the Holy of Holies and not outside. The Chanukah light, having as its source a place higher than the natural chain of levels, dispels the darkness, because the darkness is not able to compete with it, and the candles are placed outside for this purpose.

El propósito de la luz del Templo Santo no es para disipar la oscuridad, porque la oscuridad se opone a la luz, y por lo tanto, la Menorá se coloca dentro del Kodesh y no fuera. La luz de Janucá, teniendo como fuente un lugar más alto que la cadena natural de los niveles, disipa la oscuridad, porque la oscuridad no es capaz de competir con ella, y las velas se colocan fuera para este propósito.



martes, 24 de noviembre de 2015

Hava Nagila - Gad Elbaz הבה נגילה - גד אלבז





lunes, 23 de noviembre de 2015

Parashat Vaishlaj

Hay quienes creen que el solo pensar en las ideas “espirituales”, 
automáticamente excluye todo lo que sea material.

Sin embargo, la cosa no es así en el judaísmo.

“Material” y “materialismo”, no son sinónimos. 
El mundo material no contradice al mundo espiritual, sino que le es auxiliar.

“Dígame, por favor, ¿cuánto vale este cepillo de dientes eléctrico?”
“5 dólares” - responde la vendedora.
“Bueno, déme dos” - pide el cliente, sacando la billetera del bolsillo para abonar.


¿Se acuerda de estas palabras? Son de la época de la “plata dulce” ¡Cuántos años ya transcurrieron desde entonces…!
Mientras tanto, hemos bajado un poco a la realidad del mundo en el que nos toca vivir.
Aun así, es oportuno analizar estas palabras que fueron populares en su momento: 


“¿Cuánto vale?” - realmente - ¿cuánto vale un cepillo de dientes eléctrico? ¿5 dólares?
Personalmente, lo dudo. Sin embargo, habitualmente cuando la persona dice: “¿cuánto vale?” se refiere a: “¿cuánto cuesta?
¿Qué diferencia hay entre el costo de un objeto y su valor?
Pues, veamos.

PREPARÁNDOSE PARA EL “TODO O NADA”
Ia’acov volvía de haber vivido en la casa de Laván durante 20 años, de labor física y elevación espiritual. Allí constituyó su familia e incluso se convirtió en una persona muy acaudalada. Había llegado el momento de retornar a su hogar natal: Cna’an; ver a su padre Itzjak y cumplir con la promesa que había hecho a D”s al partir rumbo a Aram Naharaim: separar Ma’aser (el diezmo) de sus bienes al retornar.

Pero había una gran expectativa en torno a su regreso. En Cna’an, lo esperaba su hermano Eisav, quien mantenía un profundo rencor hacia Ia’acov por las bendiciones que su padre le había conferido y seguramente dispuesto a provocarle el máximo mal posible.
Ia’acov - conciente de esa probabilidad - intentó aproximarse a Eisav mediante el envío de emisarios, quienes anunciaban su próximo arribo y un saludo de paz y fraternidad. Mas, estos no solo no fueron recibidos por Eisav, sino que informaron a Ia’acov que su hermano salía a enfrentarlo con cuatrocientos (según el Midrash, son muchos más) soldados armados para batallar. Ia’acov - por su lado - solo venía acompañado por su joven familia y sus sirvientes.

¡¿Para qué habría alistado Eisav a cuatrocientos hombres?!
El panorama no parecía muy alentador, y por lo tanto, Ia’acov se previno para todas las posibles contingencias.
Preparó un enorme y costoso presente compuesto por cientos de cabezas de ganado, a los cuales envió delante suyo con la expresa orden de hacer saber a Eisav que se trataba de una señal de buena voluntad hacia él.
Luego dividió a su familia para escapar - en caso de que el ataque militar de Eisav se materializara: “si vendrá Eisav contra un campamento y lo hiriere, será el campamento restante quien se salve” (Bereshit 32:9).

Y - claro está - rezó a D”s: “Sálvame de mi hermano, de Eisav, pues le temo…” (Bereshit 32:12).

Los Sabios se asombran del miedo del que Ia’acov habla. ¿Acaso no había D”s dispuesto que Ia’acov vuelva, prometiéndole que lo protegería (Bereshit 31:3)?
Responde el Talmud (Brajot 4.): Ia’acov temía que “su pecado” interfiera con el augurio de D”s haciéndole perder el Resguardo Di-vino. Lo cual nos conduce a la próxima pregunta:
¿Qué pecado suponía Ia’acov haber cometido?
Los Sabios no nos brindan una respuesta única: posiblemente le preocupara el haber pactado (una gestión humana posiblemente superflua, para su nivel) con su malvado tío Laván o el haber adulado a Eisav (si bien estas acciones se podrían justificar a la luz del riesgo que corría la propia familia).
No por nada, algunos de los Sabios evaluaron el gesto inicial de Ia’acov hacia Eisav y lo consideraron innecesario e imprudente. “Quien sujeta las orejas de un perro que transita, se involucra en una pelea que no era propia” (Mishlei - Proverbios 26:17) - Eisav está en lo suyo (“ledarkó holej”), ¿para qué llamarle la atención?

CUANDO LO MATERIAL TAMBIÉN ES IMPORTANTE
Luego de estos preparativos preliminares, cayó la última noche antes del encuentro ineludible.
En plena oscuridad, Ia’acov cruzó a su familia el último arroyo que lo separaba de Eisav. En cierto momento durante ese cruce, quedó solo, absolutamente solo, y lo atacaron.


¿Porqué Ia’acov quedó aislado en un momento tan fatídico?
Dicen los Sabios (Julín 91.), que Ia’acov volvió para buscar unas jarritas.

¡Qué extraño! ¿Ia’acov no tenía otra preocupación en ese momento? ¿eran indispensables para proseguir su viaje? ¿tendrían un valor extraordinario? ¡¿no acababa de enviar un obsequio de magnitud asombrosa a su hermano?!

Aparentemente se trataba de jarritas comunes y corrientes.
Sin embargo, y para poder responder a estas preguntas, debemos entender previamente, algunos conceptos fundamentales en torno a la concepción del judaísmo sobre el rol que ocupan los bienes materiales en nuestra vida.
Hay quienes creen que el solo pensar en las ideas “espirituales”, automáticamente excluye todo lo que sea material.
Sin embargo, la cosa no es así en el judaísmo.
“Material” y “materialismo”, no son sinónimos
El mundo material no contradice al mundo espiritual, sino que le es auxiliar.
Todo lo material que está legítimamente en nuestras manos, no representa sino los suministros provistos por el Todopoderoso para el correcto cumplimiento de nuestra misión mundana. Ninguno de todos esos suministros puede ser superfluo, pues D”s es Perfecto y todo lo que brinda también lo es.
Si no lo necesitáramos, entonces D”s no nos lo hubiera dado
.

EL PRIMER DESAFÍO POR ENFRENTAR
La Torá nos sigue narrando que en el lapso preciso en el que Ia’acov estaba momentáneamente separado de su familia, se le presentó “un hombre” que luchó con él hasta el amanecer (los Sabios nos hacen saber que no se trataba de un ser humano, sino que era el representante espiritual de su hermano rival Eisav, que trataba de impedir su llegada a Israel - Bereshit Rabá 77:3).

UNA LUCHA DE OTRA DIMENSIÓN
El hecho que el enviado de Eisav ataque a Ia’acov en el preciso momento en el que Ia’acov busque “las jarritas”, ubica este episodio en el marco de la pugna ideológica en la que se hallaban los hermanos: ¿Qué espacio ocupan los bienes físicos en la vida?
Al demostrar Ia’acov con este acto que hay un solo Amo en este Mundo, a Quien todo le pertenece, y para Quien está destinada hasta la última jarrita que poseemos - el mensajero de Eisav intentó su último embate.
Ia’acov estaba solo - sin apoyarse o confiarse en nada de lo material como fuerza separada o independiente de D”s, y así emulando, hasta donde los humanos pueden, al Todopoderoso - esto constituía una paradoja que Eisav no toleraría.

La “lucha” tuvo dimensiones categóricas, pues estaba todo en juego: “levantaron polvo que llegaba hasta el propio Trono Celestial” (Julín 91.).

“Todo comercio que levan a cabo los judíos exitosamente en este mundo, no lo logran sino a raíz del mérito de aquel ‘polvo’ de Ia’acov nuestro patriarca” (Midrash Rabá, Shir HaShirim 3:5). O sea: la Parnasá (sustento vital) del hombre, se respalda en la cosmovisión apropiada por la que luchó Ia’acov contra el ángel de Eisav.

¿Cómo se veía el representante de Eisav?
Los Sabios (Midrash Rabá, Bereshit 77:2) nos dicen que tenía aspecto de pastor (al igual que Ia’acov) y practicaba magia (intentando engañarlo).
En el Talmud hay opiniones que presumen que simulaba ser un idólatra, mientras que otros opinan que fingía ser un Talmid Jajam (estudioso). Todos estos conceptos no se contradicen, sino que se complementan coincidiendo en que se trata de una perfidia. El materialismo no tiene un perfil característico identificable. Puede y suele hasta disfrazarse de Sabio, portando las vestimentas y atuendo típico, actuando con aire místico, justificando su avidez por el dinero con miles de citas bíblicas y rabínicas, discurriendo alocuciones impresionantes y elocuentes, esgrimiendo proyectos con dialéctica refinada (quizás hasta convencido de estar actuando desinteresadamente), pero que solo encubren su deseo por dinero y poder.

El “enviado” de Eisav no logró derribar a Ia’acov, pero pudo herirlo en el muslo, dislocándole la pierna y causándole renguera.

El sitio del golpe que produjo el ángel, tampoco es fortuito…
Si bien no pudo derribar a Ia’acov, intentó herirlo…
Aun si no pudo hacerlo caer a él, pretendió golpear a su descendencia…
Y si bien no podría hacer desaparecer al pueblo de Israel, provocaría que deban errar de país en país durante el exilio… 

La contienda duró toda la noche, hasta el amanecer.

Durante la noche - el Galut - no se “ven” las cosas. Cuesta distinguir contra quién se pelea y reconocer entre quién es amigo y quién adversario. Recién al amanecer, cuando se torne evidente la única Autoridad del Todopoderoso, se habrá finalizado la pelea y la fuerza de Eisav reconocerá su derrota frente a los ideales por los que Ia’acov luchó.

Finalmente, al no poder desprenderse de Ia’acov, el ángel (al despuntar el alba) pidió que lo dejara libre, pues había amanecido (Bereshit 32:27).
Ia’acov le preguntó: “¿eres tú un ladrón o un “Kubiustus” 
(asaltante o jugador) que necesita esconderse de la gente de día?” (Julín 91:)

“No” - respondió el otro - “soy un ángel, y desde el día en que fui creado, no llegó mi turno de cantar alabanzas ante D”s hasta hoy”.

Los ángeles no son seres con voluntad propia, sino que son creados por D”s para cumplir cierta tarea específica.
El mal existe para que las personas lo sometan. Una vez que esto ha ocurrido, ha cumplido su misión, y puede glorificar a D”s, pues mediante su existencia derrotada se manifiesta el Esplendor de D”s. En el momento que sucumbió ante Ia’acov, concluyó su cometido.

UN TRIUNFO CON CONSECUENCIAS PARA LA ETERNIDAD
Sin embargo, Ia’acov, se negó a soltarlo - salvo que antes lo bendijera.

Estamos acostumbrados a pedir Brajot a los tzadikim. Pero… ¡¿por qué pedir una bendición justamente al enviado del malvado Eisav?!
Precisamente, como hemos explicado, la bendición en este caso no es otra cosa que la admisión del triunfo del bien.

Como anticipo a la bendición, el ángel preguntó - retóricamente - cuál era el nombre de Ia’acov.

El “nombre” no es sino el significado de lo que la persona representa, y en el caso de Ia’acov recordaba el hecho que al nacer, estaba tomado del talón de Eisav.

“¡No más!” - respondió el ángel - “se asociará tu nombre con ‘engaño’ por el modo en que has obtenido las bendiciones. Desde ahora tu nombre será 
Israel”, un calificativo aristocrático, que simboliza la posición distinguida del pueblo de Israel como Ministros de D”s, por haber prevalecido ante los obstáculos - sin sostenerse ‘del talón’ de nadie”.

Ia’acov - a la inversa - preguntó ahora a su adversario por 
su nombre. La respuesta fue (aparentemente) evasiva: “¿Por qué preguntas por mi nombre?”
“Mi nombre se modifica según la circunstancia” (Rash”í).

CAMBIAN, PERO NO CAMBIAN
El semblante del mal que ostentan los verdugos malvados de Israel, reflejan de modo potenciado - y cambiantemente - las actitudes negativas que van asumiendo los judíos al asimilar conductas impropias, para que aprendamos a tomar distancia de aquellos errores.

Asimismo: los enemigos de Israel se han revelado de las maneras más disímiles con el paso de las generaciones. Cuando se suponía haber registrado el “nombre” y el modo de actuar de los adversarios espirituales de nuestro pueblo - luego de haber sufrido los estragos causados por sus malas influencias - y creyendo haber creado los anti-cuerpos necesarios para contrarrestar futuros daños similares, aquellas fuerzas adoptaron un nuevo disfraz que requeriría mucho tiempo en descubrir…

Fue entonces que “salió el sol para él (Ia’acov)”.


Si bien el sol sale para todos, en este caso, salió para curarlo de su renguera. “Así como el ángel afligió a Ia’acov, lo harán los descendientes de Eisav con los judíos. Sin embargo, llegará el momento de su redención cuando “salga el sol” con la venida del Mashíaj, pronto en nuestros días” (Sefer HaJinuj 3), y este es el significado de la abstención de consumir el Guid haNashé (nervio ciático de los mamíferos, aun de tratarse de las especies permitidas). 
El ángel desapareció luego de bendecir a Ia’acov, y ahora Ia’acov debía enfrentarse al propio Eisav - el de carne y hueso.
Al avistar a Eisav a lo lejos, Ia’acov dividió a la familia según lo planificado, y corrió hacia él, arrodillándose en el trayecto siete veces. Ante semejante exhibición de servilismo por parte de Ia’acov, Eisav corrió a su encuentro, lo abrazó, lo besó y lloraron.
A continuación, las esposas y los hijos de Ia’acov mostraron su reverencia a Eisav.


La pregunta más llamativa es: ¡¿qué sucedió aquí?! ¡¿qué provocó un cambio de actitud tan radical por parte del belicoso Eisav?!
Hay quienes dicen que el beso de Eisav no fue sincero. Otros opinan que si bien (Halajá) la función y propensión de Eisav es odiar a Ia’acov, D”s modificó su actitud circunstancialmente.

R Iosef Jaim Sonnenfeld sz”l explicó que aun cuando Eisav mantenía la actitud odiosa y violenta, Ia’acov trató de enfocar mentalmente las virtudes de Eisav, y contener sus vicios. Fue aquella actitud de caridad y amor que irradiaba Ia’acov, la que modificó - a su vez - la disposición negativa de Eisav.
Esto nos aporta una lección importante en relación a la actitud a tomar con adversarios para apaciguar situaciones de enfrentamiento.

Pero hay quienes agregan una reflexión adicional:
Ia’acov nunca se arrodilló a Eisav, sino a D”s - pero delante de Eisav.
Eisav - en su vanidad -podía creer que la cortesía estaba dirigida a él.
Ia’acov, no obstante, sabía que Eisav no era más que un títere (aunque tuviese libre albedrío para poder hacer el bien y el mal) en manos del Amo (D”s).

Una vez presentada la familia y los saludos iniciales, Eisav indagó acerca del obsequio que acababa de recibir de Ia’acov. Éste le explicó que se trataba de un gesto para encontrar gracia en sus ojos.
Eisav primero rechazó el presente diciendo que cada uno quedara con sus pertenencias. Ia’acov insistió.
Eisav nuevamente arguyó que no lo necesitaba, ya que él “poseía 
mucho” (Iesh li rav). Ia’acov, no obstante, perseveró diciéndole que D”s fue bondadoso con él y que por ende, “tenía todo” (Iesh li kol).
¿Qué diferencia hay entre “todo” y “mucho”?
“Mucho” es jactancioso, comparativo y competitivo.
En cambio, “todo” es un absoluto: con mucho o poco - no le falta nada. Nuevamente: Si D”s lo creyera necesario, me hubiese dado - (más, o menos)”.

Hubo un último intercambio adicional entre Eisav y Ia’acov, cuando Eisav le propuso continuar el viaje juntos. Pero Ia’acov declinó excusándose por el ritmo lento de marcha que requerían sus niños, y el ganado. Eisav insistió con dejar algunos de sus soldados para escoltar a Ia’acov, pero éste nuevamente perseveró en seguir solo.

Ia’acov quería a Eisav - lejos.
No se permitiría dejar engañar. Los caminos se habían bifurcado desde un comienzo, cuando Eisav eligió la vida de caza - y la brecha continuaba ampliándose.


Las bendiciones del padre - ambas con contenido material, servirían a propósitos distintos: en el caso de Ia’acov, sus menesteres terrenales facilitarían su deseo de servir a D”s y estudiar Torá, mientras que para Eisav los bienes materiales están íntimamente ligados a la puja por el poder y su vida con la espada (Bereshit 27:39-40).

Ambas caras de Eisav, la desalmada y sanguinaria - y la dulce y delicada, son igualmente peligrosas. Obviamente, cuando los antisemitas muestran “su verdadera hilacha”, sabemos que estamos en riesgo. La segunda, cordial y amistosa, es doblemente temible. Tras una historia de tantos sufrimientos, innegablemente queremos paz, y ser aceptados por nuestro entorno. Sentimos gratitud hacia aquellos que se muestran como amigos - y muy posiblemente sean sinceros en su actitud.
Pero Eisav no claudicó - aún.

Tristemente, en nuestra sociedad el exquisito “guiso de lentejas” por el que Eisav estuvo dispuesto a vender su primogenitura (que no tenía para él significado alguno por tratarse de obligaciones morales y deberes religiosos) sigue cotizándose más que los preceptos y el estudio…

ENTONCES, SEPÁMOSLE DAR EL JUSTO VALOR A LAS COSAS

¿Quién es una persona materialista? ¿Será el que más posee? ¿o el indigente?
Ninguno de los dos, necesariamente.
“Materialista” es aquel que se identifica con los bienes materiales
, es decir que los ve como una extensión de si mismo, en lugar de verlos como meros medios que D”s le brindó para hacer lo que debe. A su vez, es materialista aquel que actúa como si la adquisición y posesión de los medios fuese un fin en si mismo.
En cambio, cuidar los recursos que D”s nos proveyó, es parte de nuestra tarea espiritual. Es por esa razón, que el acaudalado Ia’acov está dispuesto a ir solo, arriesgándose en la mitad de la noche a buscar unas jarritas que quedaron olvidadas por allí. El hecho que sea millonario, no quita al valor que poseen aquellas jarritas.

La dificultad en esta tarea consiste entonces, en aprovechar debidamente estas provisiones. Para expresarlo en otras palabras: los seres humanos, somos administradores de los bienes que se nos confían. Cualquier derroche o malgaste de los fondos, denota un desprecio hacia Quien nos encomendó esta responsabilidad.

El famoso “déme dos”, cuando existió, significaba que gastábamos nuestro dinero en forma arbitraria sin criterio de lo sagrados que eran los recursos que poseíamos. El invertir el dinero que uno posee para comprar algún bien, no depende únicamente de las posibilidades del bolsillo, sino, mucho más, de si lo que se va a comprar realmente es necesario y si es la manera óptima de desembolsar ese medio.

¿Cuánto vale un bolígrafo?Depende de si lo va a utilizar para rascarse la espalda, o si va a escribir una carta a un amigo o si va a tomar nota de palabras de Torá. Un bolígrafo puede entonces valer millones, mientras que tantas y tantas adquisiciones en que dilapidamos nuestros recursos, no valen siquiera una fracción de lo que gastamos (adaptado del comentario de R.Sh.R.Hirsch sz”l).

Sin embargo, los Sabios no terminaron allí su explicación. ¿Cómo están tan seguros los justos que sus pertenencias realmente fueron provistos por el Todopoderoso? “Pues no extienden su mano en robo”.
Los justos tienen la certeza acerca de cada moneda que está en sus manos, que sinceramente les pertenece y que si hubiera alguna duda de si les corresponde legítimamente, no la hubiesen tomado de un principio. Si bien este no es el sitio, existen leyes muy exactas acerca de “Bal Tashjit”, o sea, el no destruir o malgastar las cosas útiles que poseemos.

¿Sociedad de consumo? Quizás para los demás.
Consumir no es una virtud
. Es una necesidad, en ciertos casos que lo justifique y con mesura. El hecho que otro quiera vender, no implica que el uno malgaste sus recursos…

Más tarde, la Torá cuenta que Ia’acov llegó 
“Shalem” (íntegro) a la ciudad de Shjem.
Una de las explicaciones sobre este versículo - (aparte de su connotación corpórea, por superar las secuelas físicas de su lucha con el delegado de Eisav, y espirituales - por no olvidar su estudio) - es que Ia’acov llegó a Shjem sin que le falte algo material a pesar del cuantioso obsequio con el que agasajó a Eisav.

Efectivamente - siempre tenía “todo”.

VERDAD
: LO MATERIAL EN FUNCIÓN DE LO REALMENTE VALIOSO

Y, finalmente, juntó todos los bienes que había adquirido en la casa de Laván, los convirtió en un montículo de oro y plata (Kri), y dijo a Eisav: “Tómalo, a cambio de tu espacio en Me’arat haMajpelá (la cueva de sepultura de los patriarcas - Midrash Rabá Shmot 31:17)”.
¿Cuánto valía ese sitio para Ia’acov?
No tenía precio - lo valía todo.



Daniel Oppenheimer

sábado, 21 de noviembre de 2015

Pequeño fuego

Es un pequeño fuego
es tan pequeño, pero
con el poder de destruir una ciudad
sin ella no hay revelación
en la oscuridad
sin ella no habría vida. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Sea honesto… aunque se sienta molesto

Acerca del modo de trabajar, nos dice el Ramba”m (Hil. Sejirut 13:7):

“Del mismo modo en que el empleador debe ser cuidadoso con el pago de jornales a sus empleados, así deben estos ser escrupulosos en no perder tiempo de trabajo."


Ia’acov debió escapar de su casa para protegerse de su hermano Eisav que quería matarlo por llevarse la bendición del padre (que Eisav especulaba sería para él).
Con la recomendación de su madre y la bendición paterna, salió rumbo a la casa de su tío Laván, que vivía en Aram Naharaim (hoy Irak), de donde eran oriundos su madre Rivká, y su abuelo Avraham.
En el al camino - al pasar por el sitio en el que su padre Itzjak había sido ofrecido en la Akeidá - Ia’acov recibió en sus sueńos una bendición y una promesa de protección de parte del Todopoderoso.

Efectivamente, lo que le aguardaba en casa de su tío Laván no sería fácil ni simple, tanto a nivel material como en el sentido espiritual, pues Laván era un “profesional del engańo”.

El propósito manifiesto de Ia’acov - sin embargo - era cumplir con la orden de su padre Itzjak: casarse con una de sus primas.
Después de un mes de trabajar en forma voluntaria y gratuita en casa de Laván, éste le ofreció un pago.
Ia’acov propuso entonces trabajar siete ańos cuidando el ganado del tío, para casarse con Rajel, su prima. El tío aceptó sin titubear (parece ser buen negocio el hecho de no tener que aportar dote y que - además - trabajen por casarse con su hija). Al cabo de los siete ańos - en la misma noche de bodas, - engańó a Ia’acov y lo casó con Lea, su otra hija.

żCómo sucedió eso?
Laván tomó a su hija Leá en lugar de Rajel y la condujo al casamiento, vestida de novia y, por supuesto, con velo sobre el rostro.
Recién al otro día, Ia’acov notó que era Leá. No nos extrańa de Laván, pues ya sabemos que era mentiroso y pudo así lograr que Ia’acov trabaje para él siete ańos adicionales gratis…(por Rajel).
żY Rajel - dónde estaba?
Dicen los Sabios (Bava Batra 123.), que Rajel colaboró con el deshonesto plan del cual se enteró a último momento, a pesar de que podría temer que Ia’acov se enojara y renunciara a casarse con ella por haber colaborado en la artimańa.
Sabiendo que el padre era embustero, Ia’acov y Rajel habían pactado contraseńas previamente para darse a conocer y evitar así los potenciales ardides de Laván.
Sin embargo, cuando se sucedieron los hechos y Rajel vio que conducían a su propia hermana Leá, dijo para sí: “Ahora mi hermana va a sufrir vergüenza”.
De inmediato, transmitió a Leá la información acordada con Ia’acov a su hermana y la salvó de ridiculizarse públicamente.
Luego de las protestas de Ia’acov, Laván “se acordó” de decirle que, la costumbre local, era que no se casaba la hermana menor antes que la mayor…

żQué sucedería ahora con Rajel?
Para Laván eso no representaba un problema. Se la daría también a Ia’acov por el (módico precio) del trabajo de los próximos siete ańos. Ia’acov, aun con todo lo que había sucedido, aceptó. 
Uno hubiese pensado que los segundos siete ańos impuestos por su tío-suegro, los hubiese cumplido refunfuńando, o al menos con menor ahínco que los primeros, que habían sido sugeridos por él mismo.
Sin embargo, los Sabios comparan ambos períodos: “así como los iniciales fueron con lealtad, igualmente lo fueron los últimos” (Midrash Rabá, Bereshit 70:20).

Transcurrieron los otros siete ańos. Ia’acov ahora quería regresar con su familia - que ya contaba con once hijos - a la casa de su padre en Cna’an. Pero Lavan no estaba dispuesto a perder un empleado tan eficiente y - finalmente - ofreció una remuneración material por el trabajo de Ia’acov.
Aun así, Laván no perdió oportunidad de seguir intentando aprovecharse de la benevolencia y del espíritu trabajador de su sobrino. Corrieron otros seis ańos en los que Ia’acov trabajaría por un sueldo que surgiría a partir del aspecto (color de las manchas del cuero) de la cría que tendrían los animales del rebańo de Laván desde aquel momento en adelante.
Pero, cuenta la Torá, cuando Laván advirtió que Ia’acov prosperaba gradualmente, no toleró que a su yerno “le vaya bien”, lo engańó y le modificó las condiciones de pago decenas de veces.

Mantener la paciencia en tal situación, es más de lo que la mayoría de nosotros estaríamos dispuestos a aceptar. La traición, más aun viniendo de un tío-suegro, nos haría “explotar” en cualquier instante.

En conclusión, llegó el momento impostergable de irse. La situación “no daba para más” y había quedado pendiente la promesa de Ia’acov a la que se obligó al salir de casa dar el diezmo cuando prosperara y el precepto de estar cerca de su padre para respetarlo.
A su vez, D”s ordenó a Ia’acov que vuelva a su tierra natal, lo cual él refrendó comunicándoselo a sus esposas.
“Uds. saben que con toda mi fuerza serví a vuestro padre. Sin embargo, él se burló de mí y modificó mi sueldo decenas de veces, pero D”s no permitió que me pueda causar dańo…” (Bereshit 31:7).
De inmediato, ambas - Rajel y Leá - asintieron decisivamente.
Ia’acov, quien a esta altura de los acontecimientos, sabía “con qué bueyes araba”, reunió a su familia y emprendió el viaje, mientras Laván se hallaba en el campo esquilando sus ovejas.

Pero la familia de Ia’acov no llegó a transitar mucho.
Laván lo persiguió, con la intención de eliminar a toda la familia (que incluía a sus propias hijas y nietos) - y hasta los amenazó encubiertamente, advirtiéndoles que estaba en su derecho hacerlo… si no fuese porque D”s le amonestó la noche anterior que no tocara la familia de Ia’acov.
Sin embargo, las palabras - siempre falaces - de Laván cuando alcanza a Ia’acov son las de un pobre abuelo dolido e injuriado porque no se le dio la oportunidad de despedirse decorosamente de sus hijas y nietos…(Bereshit 31:27).

Rajel, por su lado y sin contarle nada a su marido, había quitado las estatuillas de la casa de su padre para apartar a este de la idolatría, razón por la cual Laván ahora revisó todos los bultos con las pertenencias de Ia’acov y su familia, a fin de cerciorarse si habían llevado algo de su casa.

En veinte ańos de convivencia, es imposible que no se hubieran mezclado algunos utensilios de una familia con los de la otra (R.Sh.R. Hirsch sz”l)…
Sin embargo, la pesquisa dio resultado negativo. ˇNo hubo nada ajeno!
Una vez concluida esta investigación humillante, le tocó el turno a Ia’acov de enojarse. “Va’ijar leIa’acov” (y Ia’acov se enojó).
żQué le dijo a Laván?

Sinceramente, le podía haber dicho de todo y con justa razón. Sin embargo, no hubo nada de eso.
“żCuál es mi infracción y mi pecado, que me estás persiguiendo? Buscaste entre todos mis utensilios…żQué encontraste de lo que te pertenece...?
En todo el discurso de Ia’acov, no percibimos una sola palabra de recriminación. Únicamente se defendió de la actitud que tomó Laván y nada más. Para nuestros parámetros, eso parecería ser una posición débil - pero no para la Torá.

“Se reconoce a la persona “be’kisó, be’kosó u’vka’asó” - a través de su bolsillo (cómo utiliza - o malgasta - su dinero), de su copa (cómo bebe y come) y de su enojo (por qué cosas se enfada y cómo controla su ira).”
Es más, no solo se da a conocer el carácter de la persona, sino que se considera una de las virtudes más sublimes el poder dominarse en momentos de adversidad.
“El mundo no se mantiene, sino por aquellos que saben callar en momentos de peleas”
 (Julín 89:).

Ia’acov siguió hablando:
“Son veinte ańos que he estado trabajando para ti. En todo este tiempo, jamás tus cabras o tus ovejas perdieron su cría, ni consumí alguno de tus carneros. Tampoco traje un animal que hubiera sido atacado por fieras salvajes, yo me hice cargo de todo ello - si restara algo de día o de noche. Todo esto lo hice aun bajo condiciones sofocantes del calor del día, o de congelamiento de noche, de modo que se me escapara el sueńo de mis ojos…
Trabajé catorce ańos por tus dos hijas, y seis ańos por tu ganado… - y, aun así, me engańaste repetidamente…
Si no fuera por el temor que infundió el D”s 
de mis padres, me hubieses dejado ir con las manos vacías - mi maltrato y el esfuerzo de mis manos ha observado D”s, y por ese motivo te reprendió anoche” (Bereshit 31:41).
“Más valioso es el esfuerzo del trabajo honesto - que el crédito por los méritos de los antepasados, pues mientras el mérito de los padres de Ia’acov sirvió para salvar su patrimonio (de manos de Laván), su trabajo honesto le asistió en salvar su vida”

(Midrash Rabá, Bereshit 74:12).


De nuestro patriarca Ia’acov, quien sostuvo una conducta proba frente al engańo continuo, cumpliendo su tarea con honestidad, aprendemos una de las lecciones de vida más nobles.

Obviamente, todo esto depende de la actitud que uno tenga hacia el trabajo, el esmero y la responsabilidad en general. Los “miembros de la nobleza” de la Edad Media (y si se quiere, incluso hasta la actualidad) sostenían que trabajar era algo que se limitaba a los sirvientes. Ellos pasaban sus días practicando duelos, caza de animales y celebrando fiestas y orgías…
Compartamos la siguiente conversación entre Jacky y Sandra, a fin de tomar conciencia de qué estamos hablando:

-“ˇHola Sandra! żcómo estás?”
-“ˇBien, Jacky, sos una ídola, gracias por llamar! ży vos, cómo andás…? Justito te iba a llamar yo. Me acordé de vos anoche en la fiesta de Yanina, terminó retarde y estoy molida, me estalla la cabeza... llegué otra vez retarde al trabajo y no tengo fuerza ni ganas para trabajar…. Y dime… żcómo van esos preparativos para tu casamiento?”
-“Me estoy volviendo loca, porque no doy a basto para hacer todo... el vestido todavía no está listo, el departamento no lo entregan, así que no sabemos dónde vamos a vivir, las tarjetas de invitación salieron mal y hay que hacerlas de vuelta, todo sale al revés… al trabajo voy día por medio y mi patrón no está de acuerdo que falte, porque dice que las cosas quedan hechas por la mitad…”
-“Bueno, che, no es para tanto, él también tiene que entender que uno no se casa todos los días….”
-“…”
-“…”
-“Bueno, Jacky, chau. Voy a colgar en cualquier momento, porque está por entrar mi jefe, y dice que hablo mucho por teléfono y aparte tengo una fila de gente esperando que la atienda y creo que acá necesitan el teléfono, mańana te llamo a esta hora, ˇun beso!”.


żMalas intenciones? żHablar a espaldas de otros? żLashón Hará? Puede no serlo. Hay otra dificultad aquí que está relacionada con la honestidad. Es la ética del empleo.
żTienen Sandra y Jacky derecho a estar conversando sobre sus temas particulares en la hora del trabajo desde el teléfono del lugar de su empleo? żPueden acostarse tarde de noche y que “la cabeza le esté estallando al día siguiente”?
żO “faltar día por medio por sus preparativos para el casamiento”? Sin duda que no.

Es verdad. No son las únicas que lo hacen. Lo cual no significa que esté bien.
Aparte de todo - están los descargos...:
“żquién es el empleador para quejarse del hecho que ellas se tomen unos minutos para refrescarse y despabilarse?”
“ˇSi quiere ser honesto, pues entonces que comience consigo mismo! ˇque pague puntual, que cumpla él con todo lo que prometió!”
Nunca faltan excusas para no cumplir diligentemente con las obligaciones laborales, pero eso - tal como aprendemos de Ia’acov - no modifica la ley.

Acerca del modo de trabajar, nos dice el Ramba”m (Hil. Sejirut 13:7):
“Del mismo modo en que el empleador debe ser cuidadoso con el pago de jornales a sus empleados, así deben estos ser escrupulosos en no perder tiempo de trabajo.
Y mira hasta qué punto los Sabios fueron puntillosos en este tema, que hasta lo liberaron (al empleado) de la cuarta bendición del Bircat HaMazón (que a diferencia de las primeras tres es de orden rabínico y que se recitan después de comer - cuando se alimentó durante sus horas de trabajo)” - para que no distraiga del tiempo de su jornada de trabajo.
Debe el empleado trabajar con toda su dedicación, tal como la Torá refiere respecto a Ia’acov, el justo (cuando le dice a sus esposas que quiere volver a casa): ‘pues con toda mi fuerza trabajé para vuestro padre’.
Es por eso que Ia’acov recibió su recompensa también en este mundo, tal como está escrito: ‘Y se expandió el hombre (Ia’acov) mucho’.

Existen más citas de los Sabios al respecto, p.ej.: “más severo es el robo a un particular que el robo al Santuario...”.
Positivamente, el detalle de estas leyes es más complejo que lo que pueda abarcar esta gacetilla, pero es bueno saber que estas leyes existen y que, así como la Torá protege los derechos del empleado (de cobrar su sueldo puntualmente, poder comer de lo que está produciendo, indemnización en caso de despido, etc.), también es muy estricta respecto a su trabajo honesto”, con toda su dedicación”.

Muchas de estas normas dependen de las leyes y costumbres del lugar y de aquello que se pactó al comenzar la relación laboral.
En caso de diferencias entre las partes, deben acudir a un rabino competente en estos temas para resolver la disputa. Pero más allá de eso, el empleado, como Ia’acov Avinu lo demostró, no debe mermar del rendimiento óptimo de su capacidad.
No debe, de manera unilateral, tomar un trabajo adicional que le quite fuerza y la concentración de un empleo previo. No debe llegar tarde al trabajo ni atender a asuntos particulares cuando le están pagando para que se dedique a la empresa del empleador. No debe llegar cansado ni en ayunas al trabajo.
Debe cuidar los recursos y la mercadería que se le dan, para no malgastarlos y cuidar que el producto sea bueno.
Las huelgas no siempre están permitidas, y menos, el cobro de haberes por los días no trabajados. Peor aun son las huelgas “de brazos caídos”, pues es difícil cuantificar el dańo ocasionado, más así, cuando la falta de dedicación de un empleado impide que otros, que dependen de su accionar, puedan seguir trabajando adecuadamente.

Rav Iosef Henkin sz”l fue por muchos ańos el administrador de “Ezrat Torá” (una organización de caridad de Nueva York). Llevaba escrupulosamente un cuaderno en el cual anotaba los momentos que “quitó al trabajo” para atender un llamado particular y así no recibir sueldo por esos minutos...


Puede ser que no seamos aún ni Ia’acov Avinu, ni Rav Iosef Henkin sz”l y que nos falte mucho para serlo. Sin embargo, decimos ser honestos. Honesto es más de lo que pensamos. La Torá es exigente al respecto y, si no somos Ia’acov, al menos aspiremos a serlo.

Después de pactar con Laván que no se agredirían mutuamente, Ia’acov siguió el viaje con su familia rumbo a la tierra de C’naan.

En el camino de ida hacia Aram Naharaim, Ia’acov había sońado con ángeles que subían y bajaban por una escalera que alcanzaba el cielo. En aquella oportunidad el versículo de la Torá nos adelanta que “(Ia’acov) se encontró con el lugar…” (Bereshit 28:11).
Ahora en el camino de regreso, nuevamente hubo un cruce con ángeles. Sin embargo, en esta oportunidad, “los ángeles lo encontraron a él (Ia’acov - Bereshit 32:2)”. 


El panorama se había revertido. A su marcha de partida, Ia’acov estaba solo y quedó impresionado por el significado del acompańamiento de los ángeles.
En esta nueva coyuntura, fueron los ángeles quienes acudieron a la cita, esta vez impresionados ellos por el cuadro de una familia ordenada y bien educada como la de Ia’acov (en quienes no había duplicidad alguna - Shabat 146.), que fue criada en circunstancias moralmente adversas - como la casa de Laván, y, sin embargo, siguieron los lineamientos del padre y del abuelo (R.Sh.R. Hirsch sz”l).

Daniel Oppenheimer


El trabajo honesto

Más valioso es el esfuerzo del trabajo honesto - que el crédito por los méritos de los antepasados, pues mientras el mérito de los padres de Ia’acov sirvió para salvar su patrimonio (de manos de Laván), su trabajo honesto le asistió en salvar su vida”
(Midrash Rabá, Bereshit 74:12).


lunes, 9 de noviembre de 2015

Hacer el bien

Si tu haces un daño tarde o temprano alguien te lo va hacer a ti, lo mismo sucede cuando haces un acto de bondad, haz un acto de bondad y un día la vida te corresponderá.
Basado en Mishlei -Shlomo HaMelej-

Yrat Shamaim

No es posible adentrarse y desentrañar los secretos superiores sin antes haber construido (en nuestro interior) el temor del Cielo (Yrat Shamaim), porque sólo entonces así será posible abordar, ahondar en los temas esplendorosos de la Torá. De lo contrario, se estará tocando algo que será cual una llama ardiente, como un cuchillo de doble filo. Si observamos esta verdad, vemos que es aterrador; aun tratándose de espiar a través de un pequeño orificio. No es un pasa tiempo (una moda pasajera).


Futuro

Donde hay ancianos y jovenes hay amor puro, y una generación de historia y futuro.



viernes, 6 de noviembre de 2015

Ari”zal

“Mi maestro, de bendita memoria, solía decir respecto a aquella persona muy inteligente y de agudo ingenio en el estudio del Talmud, que es bueno para ella una o dos horas por día y no más – para quebrar las klipot, las cáscaras. Pero respecto de la persona que tiene dificultad con el estudio profundo del Talmud, es mejor probar el interior de la cosa, por ejemplo de la fruta, antes que las klipot”. 

Del Ari”zal (Rabí Itzjak Luria Ashkenazi)


El Ramjal

“A través del mérito de estudiar este libro, el Zohar, la nación judía saldrá del exilio de una forma misericordiosa”.